MARRUECOS NAVIDAD 1989

Era la primera vez que viajábamos al extranjero de vacaciones y la elección del destino, aunque no muy habitual entonces, seguramente tuvo que ver por nuestra amistad con Mohamed Said y Anissa Benazou, originarios de Asilah, también por la curiosidad que siempre despertó la cultura árabe en nosotros.
Contratamos el viaje con la mayorista “Luxotour” que operaba desde la Costa del Sol
- Pasaje de barco Algeciras-Ceuta, Ceuta-Algeciras,
- Traslados Ceuta-Tánger y viceversa,
- Una semana de estancia en el Hotel África de Tánger en régimen de media pensión.
Todo por el módico precio de 19900 pesetas, de las de entonces.
El puerto de Algeciras y sus instalaciones eran cutres y caóticas, la antesala perfecta del país que queríamos “descubrir”. Recogimos los billetes en el mostrador de la agencia, nos reunimos, junto con otros pasajeros, con el guía que nos acompañaba.
Subimos al barco y contemplamos la “montañita” que tanto ha dado que hablar en este país: El Peñón de Gibraltar, que nos saludaba a nuestra izquierda.
Dos horas después atracaba el barco en Ceuta. Ya conocíamos la ciudad, por haberla visitado algunos años antes en viaje de estudios, nos parecía que había cambiado poco desde entonces, pero no es muy objetivo el comentario porque pasamos de puntillas por ella, sólo vimos el trayecto que separa el puerto de la frontera.
Había que preparar los pasaportes y rellenar la ficha que nos entregó el guía, con estos menesteres no supimos cómo pero de repente apareció un espectáculo ante nuestros ojos: había muchísima gente, corrían, gritaban, se agolpaban ante los coches precedentes de manera que los envolvían. La verdad es que nos impactó tanto el caos que tardamos años en superarlo…
Subió un policía al bus y nos pidió uno por uno el pasaporte. Se eternizó el proceso, no sabría decir por cuanto tiempo.
Ya en territorio marroquí, dirección a Tetuán, descubrimos que el estado de las carreteras sería infernal y que era cierto el comentario de cómo conducían allí.
Llegamos a Tánger anocheciendo, cenamos en el hotel y nos fuimos a dormir pronto.
El sol trajo un nuevo día, sabíamos que MOKTAR ELGRIP, el cuñado de nuestros amigos, vendría a vernos sobre las doce de la mañana pero no queríamos esperar tanto y, tras el desayuno, decidimos conocer los alrededores. El impacto que nos produjo ver a tantos niños en la puerta del hotel asediándonos nos “impacto” de tal manera que nos volvimos al interior como dos “idiotas asustados”. ¿Cómo es posible que cale tanto el comentario fóbico de la gente que gratuitamente cuenta batallitas que le pasaron al amigo del primo de su vecino? Con la distancia del tiempo uno se ríe de lo “panoli” que se puede llegar a ser.


En fin, esperamos hasta que nos vino a buscar Moktar para regalarnos su compañía y mostrarnos lo mejor de la ciudad.


Dos días después nos atrevimos a ir a la estación de autobuses y comprar los billetes para Asilah, pero nos asustó el mogollón de gente y su griterío. La desconfianza nos llevó a negociar con un taxista que nos condujo por 1000 pesetas hasta Asilah. Conocimos a la mujer de Moktar: Mina, entonces de baja maternal, y a su hijo Sajr que apenas tenía dos meses. Nos invitaron a comer Cuscús en la casa familiar, luego tomamos té con los padres de Mohamed, su hermana Turía, que apenas se dejó ver, y su niña Homaima. (Una foto nos recuerda aquel momento)

Con los padres y sobrina de Moha
Posiblemente nos enamoró la medina de Asilah, su limpieza, sus rincones pintorescos, su viejo cementerio, sus cafés, su ambiente bullicioso, pero sobre todo lo que nos caló fue conocer a esta familia, su hospitalidad, su generosidad y su amistad que esperamos tener para siempre.
Fue un día intensísimo, hablamos lo indecible, pregunté todo y más. Volvimos muy tarde aquella noche, fatigados y acongojados por la emoción.

con Mina, Sahj y su sobrino
El resto de los días los pasamos en Tánger en compañía de la familia El Grip, paseando, disfrutando una ciudad que da mucho juego y perdiendo el miedo a los comentarios de los ignorantes atrevidos.

Lola con el traje y cinturon de oro de novia
De este viaje tenemos pocos testimonios gráficos, las cámaras de vídeo eran caras y no habían despertado demasiado interés en nosotros. Hay algunas fotos, las más retrataron a los familiares de nuestros amigos. Tenemos alguna otra curiosa en las que estoy vestida con la ropa de la boda de Mina adornada con su “cinturón de oro” (joya muy preciada para ellas).
El viaje de vuelta fue un poco accidentado, pero nada que no tuviera solución. El guía se olvidó de nosotros y preocupados por la hora del barco pedimos al recepcionista que llamara a la agencia. Le dijeron que nos buscara un taxi con urgencia que nos llevara a Ceuta. Alcanzamos el bus en Tetuán y desde allí todo se normalizó.
El recuerdo que nos quedó fue tan emotivo que nos prometimos volver, si lo poco que conocimos nos llenó tanto seguro que el resto de Marruecos tenía mucho que regalarnos.