ARGENTINA 2007

PINCELADAS DE ARGENTINA. AGOSTO ‘07

Con años de retraso hemos cumplido el sueño de mirar de frente al Perito Moreno y casi abrazar a las ballenas en Puerto Pirámides. ¡Por fin nos vamos a ARGENTINA!
Por su gran amplitud nos hemos visto obligados a elegir sólo unos cuantos rincones de este maravilloso país; un mes no es suficiente para admirarlo, pero no hay más…
*ARS. = Pesos Argentinos

1 AGOSTO ’07 (miércoles): BENIDORM-MADRID.
Hoy es un día caluroso, ya llevamos unos cuantos. Todo lo contrario que pasa en Argentina donde, parece ser, tienen el invierno mas frío desde hace 40 años.
Como estaba previsto, a 11’45h, está dispuesto el bus que nos lleva a Madrid desde Benidorm. El viaje dura 6’30h. Una vez en la Estación del Sur localizamos el metro que nos lleve a Gran Vía, la estación más cercana al Hotel Condestable (45€). Ducha, refrigerio y listos para pasear por el Madrid viejo: Callao, Calle Mayor, un bocata de calamares con cerveza y seguir hacia Sol, Cibeles, Puerta de Alcalá y vuelta por Gran Vía para terminar el paseo sentados en una terraza saboreando un helado. Ahora a descansar…

2 AGOSTO ’07 (Jueves): MADRID-BUENOS AIRES.
Llegamos al aeropuerto en metro (2€). Buscamos el mostrador de PLUNA, la compañía con la que volamos, en la T-1. El vuelo lo compramos por Internet el 27 de junio: 1027€ x cada uno, con escala en Montevideo (Uruguay).
El viaje duró 16 horas incluido la escala. Tomamos un remis en el aeroparque J. Newbey x 33ARS, después de preguntar en 2 sitios, el precio era el mismo.
La primera impresión que nos ofrece la ciudad a través de la ventanilla del taxi es agradable. Amplísimas avenidas arboladas que nos conducen hasta la Calle Pasteur esquina con Bartolomé Mitre donde está “La Posta del Barto”, hostal un poco deteriorado, lleno de mochileros bulliciosos, bastante más jóvenes que nosotros y con mucha energía que compartir. Lo reservamos por Internet x 60ARS la noche. El hostal ofrece cobijo, desayuno e Internet gratis.
Llegamos derrotados del viaje y nos vamos de inmediato a descansar.
_*En Argentina no hay ningún problema para poder sacar dinero en cajeros automáticos. Nosotros sólo llevamos € en efectivo; el cambio ha sido: 1€=4ARS aproximado.
Los primeros pesos los sacamos en el aeropuerto, un poco desfavorable.

3 AGOSTO ’07 (viernes): BUENOS AIRES (CENTRO).
Nos adaptamos poco a poco al nuevo horario, aún así nos despertamos pronto. Amanece el día lluvioso y frío, desempolvamos la ropa de invierno de la maleta y nos cubrimos hasta las orejas. Parece mentira que hace unas horas dijésemos: ¡qué calor!
Salimos, mapa en mano, dirección a la Plaza del Congreso por Rivadavia. Caminamos bajo la lluvia por la Avenida de Mayo hasta la “Plaza” frente a “La Casa Rosada”, escenario de tantos acontecimientos de este país. Entramos a visitar la Catedral. Llegamos callejeando por Florida hasta la Plaza del Obelisco.
Hoy, lluvioso, grisáceo y envuelta en este ambiente tan invernal, la ciudad de Buenos Aires suena a “NOSTALGIA”, no se me ocurre otra palabra para definirla. Estamos ansiosos, tras tanta espera, por descubrirla.
Tomamos un café con leche calentito en el “Café de la Ciudad”, frente al Obelisco, observando el ajetreo de la ciudad, que no es poco, a esta hora de la mañana.
Retomamos el paseo por Lavalle, calle peatonal con mucha oferta en restaurantes y asadores. Llegamos andando hasta la terminal de ómnibus “El Retiro” donde compramos los billetes de bus a Iguazú: 160ARS=40€ por cada uno (asiento-cama con cena y desayuno incluidos)
Comemos en el rest-asador “La Estancia” un sitio mítico por donde han pasado la mayoría de las folklóricas españolas, las fotos colgadas en la pared dan buena muestra de ello. Parrillada para 2 con mucha variedad de ricas carnes asadas, bebidas, postres y cafés por 68ARS= 17€. La copiosa comida se alargó hasta 17h. ¿Cómo comen tanto estos argentinos?
Volvemos hacia el hostal por la Avenida Corrientes de librería en librería, es imposible pasar por ellas sin adquirir algún ejemplar dada la variedad y los precios.
Con los pies doloridos llegamos por fin al hostal, incluso con lluvia, ha sido un día estupendo, la emoción de estar en Buenos Aires lo cura todo.
_*Otro dato que quiero remarcar: hay infinidad de locutorios en todo el país desde donde llamar a España por poco dinero: unos 50cts de € x 1mint.

4 AGOSTO ’07 (Sábado): BUENOS AIRES (RECOLETA, PUERTO MADERO).
Amanece un tímido sol muy frío. A las 9h ya estamos caminando por la Avenida Callao para dirigirnos al exclusivo barrio “La Recoleta”; nos llama la atención la arquitectura de elegantes edificios, las anchas avenidas y la cantidad de “paseantes de perros” que encontramos en un grandioso jardín.
Visitamos el Museo de Bellas Artes, descubrimos 4 pinturas de Sorolla y algún Picasso.
Nos vamos luego hacia el “cementerio”, como todo en este barrio, suntuoso. Como buenos turistas no dejamos de visitar la tumba de Evita Perón. Junto al cementerio la Iglesia jesuita del Pilar y de frente un gran mercado callejero de artesanía, pintura, ropa, casi de todo (ellos lo llaman feria).
Regresamos por la calle Alvear, llena de tiendas glamurosas, hasta estar frente a la Embajada de Francia y los elegantes edificios que la acompañan. Luego por la 9 de Julio, con el Teatro Colón, a Carlos Pellegrini donde nos atrae un bonito restaurante que ofrece: “Muzzarela grande (pizza) + 2 Chopp (jarras de cerveza) x 40ARS. = 10€. _*“Rest. La Madeleine”, esquina Avda. Córdoba con Pellegrini.
Retomamos hacia la animada calle Florida para visitar las Galerías Pacífico, un edificio muy vistoso por fuera pero más impresionante por dentro. Volvemos a la Plaza de Mayo, a disfrutarla y retratarla de nuevo. Visitamos también Puerto Madero que para los lugareños “es lo más” de la ciudad y donde sopla un aire gélido…
Volvemos por Belgrano hasta la 9 de Julio, en la esquina con Lima descubrimos un cafetín acogedor y nos pedimos c/leche y medias lunas para templarnos: 15ARS. Regresamos al hostal a 20h. Hoy ha sido un día muy completo en cuanto a caminar, pero menos fascinante en cuanto a paisaje urbano, ayer nos gustó más descubrir esta ciudad, incluso con lluvia.

5 AGOSTO ’07 (Domingo): BUENOS AIRES (CAMINITO, SAN TELMO).
Dejamos alistado el equipaje en el hostal. Tomamos el bus nº 64 (*intentar llevar cambio para no enfadar al conductor) que nos conduce hasta el Barrio de La Boca para visitar “Caminito”, la parada está al comienzo de la calle mas famosa de Buenos Aires y la mas colorista. Caminito es un acierto turístico, cuando llegamos está casi desierto pero en dos horas se llena de turistas, justo el tiempo que necesitamos para saborearlo sin bullicio. Después hacemos un alto en el Café La Perla, un establecimiento con sabor añejo que muestra fotos de todos los personajes que han pasado por allí. Llegamos paseando hasta el estadio del Boca Junior, catedral del fútbol.
Volvemos en el bus nº 64 hasta San Telmo, muy animado aquella mañana porque los domingos celebran feria de artesanía. La Plaza Dorrego nos recuerda a Montmatre en París, el ambiente es muy agradable. Callejeando llegamos hasta C/Lavalle para comer en La Estancia reposadamente.
Una vez en el hostal, recogida de equipaje y tomar el bus nº 5 que nos lleva hasta la terminal “El Retiro” para esperar al bus-cama que nos llevará a Iguazú. Salida a 18’30h. nos dan la cena con bebida, café y hasta una copa de champán. Nos ha parecido estupendo, mucho mejor que el avión.

6 AGOSTO ’07 (lunes): PUERTO IGUAZÚ.
Dormimos como angelotes. Nos despiertan pasadas las 8h. para darnos el desayuno.
El paisaje que nos acompaña es boscoso, parece que cambiamos de país. Después de 16 horas de viaje llegamos a la terminal, en su oficina de turismo nos dan un mapa de la ciudad y nos informan de todo.
_* La red de oficinas de turismo es magnífica, en cada terminal de bus y en cada ciudad hemos encontrado una información muy útil, incluso buscan alojamiento adecuado al presupuesto de cada viajero.
Vamos andando al hotel Anahí que ya tenemos reservado en: www.hostelsarea.com
Nos sorprende gratamente porque nos dan un espacioso estudio con baño, cocina, TV, y desayuno incluido, además superlimpio, por 50ARS la noche (= 11’51€).
Nos alistamos aligerando el vestuario, aquí hace calor, y nos vamos a tomar el bus que nos lleva a la entrada del parque por 4ARS, el ingreso son 35ARS. _* OJO si la visita es de 2 días consecutivos, el 2º sólo se paga la mitad.
Hoy elegimos hacer el “circuito superior”, el más corto. El sonido que hace la caída en la Garganta del Diablo es atronador; se escucha desde bien lejos y aumenta conforme te acercas. Su visión es un lujo fascinante que te atrapa, nos cuesta desprendernos de allí pero hay que ser solidario con los otros visitantes. ¡Por fin estamos aquí!
Retornamos y comemos en uno de los bares del parque unos bocatas, cerveza y agua x 22ARS.
Saboreamos el paseo haciendo fotos de cada rincón y volvemos eufóricos.
Salimos a dar una vuelta por Puerto Iguazú y a cenar: una pizza grande, dos cervezas de 650cl. Con aperitivos = 34ARS. Un día agotador, pero genial.

7 AGOSTO ’07 (martes): IGUAZÚ.
Madrugamos, desayunamos en el comedor charlando con otros viajeros. Bus al parque y seguir disfrutando de las caídas del agua, fotos, videos y caminatas. Bajamos hasta el río para cruzar en una barca (incluido en la entrada) hasta la isla San Martín. Ascendemos hasta el mirador para contemplar la caída en la Garganta del Diablo, es alucinante. El cansancio hace mella y hay que reponer fuerzas, volvemos hasta la entrada para estar más cerca del inicio del sendero “Macuco” que recorremos tras la comida. Es una caminata de más de 2’30h i/v entre árboles hasta llegar a una “cascadita” con muchas mariposas de colores revoloteando alrededor.
Volvemos agotados, el bus nos lleva hasta el ”Hito de las Tres Fronteras” (última parada) que nos ofrece un fantástico atardecer contemplando una porción de Paraguay, de Brasil y de Argentina a la vez separadas por los ríos Paraná e Iguazú que se unen allí.
En el súper de la esquina compramos unas cositas para cenar en el hostal. Estamos derrotados, pero ha sido otro día fantástico.

8 AGOSTO ’07 (miércoles): IGUAZÚ desde BRASIL, CIUDAD del ESTE.
Amanece despejado, tomamos el bus hacia Foz de Iguazú 5ARS, parada en la frontera para sellar los pasaportes. Seguimos hacia Foz, paramos en la terminal del bus y nos informamos de cómo llegar a Ciudad del Este en Paraguay. Tomamos otro bus que nos lleva al Parque de Iguazú (nos cobran 3ARS porque no tenemos Reales). La entrada al parque la pagamos en € porque no aceptan tarjeta.
El recorrido de la parte brasileña es más corto pero más espectacular que el del lado argentino. Comenzamos visitando el Hotel Cataratas, que es una preciosidad y fue residencia de un gobernador enamorado del enclave ¡qué poderío!, para seguir por el sendero que desciende poco a poco hasta llegar a la plataforma volada que hay frente a la caída del Diablo con una maravillosa vista plagada de arco iris.
Tardamos menos de 3 horas en recorrer pausadamente el camino y decidimos volver a Foz. Comimos en un “libre servicio” donde hay variedad de platos, tú te pones lo que quieres de cada cosa y pagas al peso, no se sirve alcohol. El precio nos pareció correcto: 13’50Reales o 27ARS. No recuerdo el nombre pero estaba en una gran avenida, cercana a la terminal del bus, plagada de chiringuitos y tiendas y muy limpia, cosa que nos sorprendió gratamente porque la información de la guía dice todo lo contrario.
Una vez saciado el apetito, tomamos el bus que nos lleve a Ciudad del Este, la parada está en la terminal. 4Reales por el viaje en un viejo cacharro que se acerca lentamente hacia el “Puente de la Amistad” que une a los 2 países, (no pasamos ningún control). Antes de cruzarlo parece que nos hemos trasladado al bullicio de una ciudad de África.
Mogollón de gente, de coches, de motos, de colores, de espesura, comercios con las fachadas llenas de anuncios de sus ofertas: juguetes, zapatos, ropa de marca y sobre todo aparatos electrónicos. Esta ciudad es una locura.
Llegamos hasta el final del trayecto en el bus ejerciendo de mirones desde la ventanilla, nuestra intención era ver, no era comprar. Visitamos un mercado cubierto local un poco mugriento, pero entrañable, que gritaba en español.
Volvimos en un bus directo a Puerto Iguazú: 3ARS. El viaje fue lento pero entretenido.
Aquella noche salimos a cenar, reservar un taxi para la mañana (en el mismo hostal), revisar el correo y despedirnos de Puerto Iguazú: ¡Hasta siempre, ha sido un placer!


9 AGOSTO ’07 (jueves): IGUAZÚ – USHUAIA. De Norte a Sur.
El trayecto hasta el aeropuerto se hace muy ameno porque el taxista se enrolla contando cosas y contestando a nuestras curiosidades. Una vez en el allí nos informan que el vuelo se retrasa 2 horas, parece que pasa con regularidad. El vuelo lo compramos por Internet, 262’16€ x pax con Aerolíneas Argentinas.
Sobrevolamos el río Paraná, pero no logramos ver las cataratas desde el aire. Aterrizamos en BB.AA. y esperamos hasta embarcar de nuevo rumbo a Río Gallegos. Este trayecto se hizo mas pesado, por la ventanilla sólo se ve agua y de cuando en cuando grandes extensiones de tierra plagada de grandes lagos, sin un solo pueblo. Aterrizamos en Río Gallegos tras 4’30h de vuelo, limpian, reponen y despegamos hacia Ushuaia donde llegamos después de 1’30h, pasadas las 8 de la tarde. Tomamos un taxi para llegar al Hostal Aonikenk , es una casa de madera muy acogedora con una bonita panorámica del Canal de Beagle regentada por una pareja: Estela y Claudio, muy amables, siempre dispuestos con café y charla. Nuestra habitación está en la parte baja, es limpia y cálida.
(www.hostel-aonikenk.com , habit. Doble con baño + desayuno = 80ARS)

10 AGOSTO ’07 (viernes): USHUAIA (CANAL DE BEAGLE)
Hoy el desayuno ha sido vistoso, un café con leche y tostadas con mermelada de ¿“zapalla” o “zapaya”? (una especie de calabaza dulce muy buena), mirando la estampa de la Bahía desde el ventanal del comedor.
El día está muy frío y llovioso. Claudio trata de reservarnos la excursión al Canal pero ya no hay posibilidad de hacerla. Después del desayuno nos vamos directos al puerto y reservamos para la tarde (200ARS + 10ARS de tasas x pax). Paseamos bajo la lluvia por un parque de las afueras, la plaza dedicada a los “Héroes” de la guerra de las Malvinas y las calles principales, en la Av. San Martín está la oficina de turismo, muy amable el personal y mucha información. Visitamos el Museo del Fin del Mundo para ocupar el tiempo y resguardarnos de la lluvia.
Comemos en Restaurante Banana (Av. San Martín), la comida genial y muy barata.
Una vez recuperadas las calorías bajamos hasta el puerto para ver si hay excursión pues el tiempo está muy feo. El capitán decide salir aunque nos advierte que “la mar está un poco movida”. Finalmente somos un grupo de 11 españoles, bueno 9 catalanes y nosotros. La excursión por el Canal de Beagle es bonita, lástima que no acompaña el tiempo, salimos del puerto lloviendo y cerrado de niebla, menos mal que se aclara conforme avanzamos, aún así la isla de los pájaros, plagada de cormoranes y lobos marinos, merece la pena. Desembarcamos en otra isla para ver el arbusto de Calafate. Nos ofrecen una merienda con chocolate y café caliente, cosa que se agradece. Llegamos hasta el Faro del Fin del Mundo ¿o no? Lástima no conseguir fotos mas luminosas. A la vuelta se ve Ushuaia como una escalinata de casas iluminadas en la colina, está anocheciendo.
Ya en tierra, buscamos agencias para saber dónde, cuándo y cómo salir de Ushuaia hacia El Calafate. Decidimos irnos el domingo 12 y la única alternativa es en bus, no hay avión hasta el martes.
Para mitigar el disgusto nos vamos, casi patinando calle abajo, hasta el restaurante “Chico” recomendado por Claudio, a probar la famosa “centolla” de estos mares. No es lo que esperábamos, hay que reconocer que está buena aunque menos sabrosa que la del Cantábrico y la ración es escasita porque sólo nos han servido la carne de las patas en un cuenco. La acompañamos con pescados en salsa, sabrosa merluza y vino, 80ARS. A la salida del restaurante pensamos en seguir la fiesta tomando una copita para ver el ambiente nocturno pero no hay un alma en la calle y el frío no invita a seguir paseando. Volvemos al hostal donde hay una conversación animada entre los viajeros que dura hasta la media noche, hora obligada de silencio.

11 AGOSTO ’07 (sábado): USHUAIA (PARQUE N. TIERRA DE FUEGO)
Cuesta levantarse cuando es noche oscura todavía y hace tanto frío, pero me asomé a la ventana y se ven las estrellas. Saltamos de la cama con el optimismo subido porque seguro que hoy nos acompaña el sol. Hay que estar antes de las 9 en la estación del bus.
Desayunamos viendo esclarecerse el día reflejado en el agua de la Bahía. Cómo se agradece que el hostal esté en la parte alta y ofrezca estas vistas; luego cuando hay que subir o bajar no se agradece tanto.
Antes de las 9 estamos en la solitaria y helada estación, no hay nadie. Nos acercamos a un microbús que llega y nos dicen que los que vallan a la Estación del Tren del Fin del Mundo salen a las 9’30h y los que van al Parque Tierra de Fuego a las 10h. Como nos queda un rato nos dirigimos a la oficina de información turística para conseguir un mapa detallado de la zona y decidimos ir al Parque e intentar hacer alguna caminata de baja dificultad. Todo está muy organizado, trabajan todos a modo de cooperativa con precios fijos y además aportan toda la información necesaria sobre el Parque y lo que se puede recorrer porque en esta época hay mucho hielo.
Nos decidimos por ir hasta el final de la ruta junto al Lago Roca e intentar hacer la caminata de 3h bordeándolo hasta el “Hito” que separa Argentina de Chile.
El viaje en el bus hasta el restaurante-camping “Roca” es una odisea, todo está helado y va de un lado al otro del camino. Aunque ha salido el sol y hace un bonito día, el frío es intensísimo. Con nosotros viene una pareja de Ávila que han llegado de El Calafate y nos aseguran que el “Hostal América del Sur” (que nosotros tenemos previsto) está muy bien y el personal es muy atento.
Llegamos con la idea de quedarnos hasta las 15h, pero en cuanto bajamos del bus y tomamos la temperatura exterior cambiamos de idea, nos ponemos de acuerdo con una chica francesa y otra pareja y le pedimos que nos recoja a 13h.
Caminamos, o más bien patinamos, junto al Lago Roca que está rodeado de montañas, la estampa de las cumbres nevadas iluminadas por el sol es muy bonita pero muy fría.
Hacemos un tercio del recorrido y volvemos para seguir el curso del Río Lapataia durante media hora, en dirección opuesta. Los parajes son excelentes pero el camino intransitable por el hielo. ¡Lástima, pero ya es suficiente!
La vuelta dura más de una hora. En cuanto tomamos tierra nos vamos a comer al Banana una sopita caliente y un bife de chorizo con vino para entrar en calor. ¡Genial!
Decididos ya a marchar al día siguiente, buscamos la agencia “Magda” que es la única que hace el trayecto de Ushuaia a Río gallegos y enlaza hasta El Calafate en invierno.
Nos advierte que no hay bus-cama, que el trayecto nos llevará más de 18h y el paso de 4 fronteras. ¡Viva el turismo de élite!
Una vez adquiridos los billetes, decidimos comprarnos la cena para tomarla en el hostal y quedarnos allí calentitos y de charla. Así fue, preparamos el equipaje, reservamos por Internet el hostal América del Sur para las 3 noches siguientes y cenamos acompañados de otros viajeros. Luego una animada charla hasta media noche. Siempre se aprende algo de los demás.

12 AGOSTO ’07 (domingo): USUHAIA-EL CALAFATE
Tuvimos que darnos un madrugón espectacular porque el bus sale a las 6 de madrugada. Pasamos todo el día subidos en autobús, bueno menos dos horas que esperamos en la terminal de Río Gallegos. Hemos transitado por el sur de Chile durante varias horas, pero no había diferencia en cuanto a paisaje y clima.
Nos paran a las 8h en una “panadería” de la ruta, en Río Grande, una especie de cafetería-confitería que ofrece de todo y se muestra muy calentita y acogedora. Afuera es todavía de noche y está todo nevado.
Hemos comprado unos pasteles buenísimos y un litro de zumo de naranja que nos tomamos en el bus. Luego a dormir. Nos despiertan para bajar a pasar por la Aduana Argentina (sello de salida), minutos después bajamos de nuevo para sellar la entrada a Chile, aquí nos registran las mochilas.
Seguimos con un día invernal por una carretera plagada de hielo. El paisaje que vemos a través de la ventanilla es el típico de Patagonia, una extensísima planicie blanquecina con matojos tristes, de cuando en cuando algunas ovejas lanosas, algún guanaco y pocos ñandúes. Es impresionante la sensación de soledad y desamparo que transmite.
Por fin llegamos hasta el pequeño puerto donde aguarda un ferry que cruza el Estrecho de Magallanes por la parte más estrecha. El bus entra en el ferry y algunos viajeros se atreven a descender para admirar el panorama, yo no bajo por temor a empeorar de mi garganta que se resiente. La travesía dura poco tiempo.
Un rato después tenemos que descender para cumplir en la frontera con el sellado de salida de Chile y entrada, otra vez, en Argentina.
Seguimos avanzando por la planicie de La Patagonia. Ya era noche cerrada cuando llegamos a Río Gallegos, tardamos más de 12 horas. No salimos de la terminal del bus porque hace mucho frío, aprovechamos para llamar por teléfono a la familia y cenar.
Tras 2 horas de espera, a 20’30h salimos con destino El Calafate a donde llegamos a la 1 de la madrugada. Desde la terminal tomamos un taxi hasta el hostal, allí todo estaba listo para nuestro descanso, pero antes de subir a la habitación preguntamos al recepcionista cómo funciona el tema de las excursiones al Perito: -¿Ustedes quieren ir mañana? -¿Es posible? Pues sí, él se encargaba de todo, nosotros teníamos que estar listos antes de las 9h.
Nos fuimos a dormir muy contentos.

13 AGOSTO ’07 (lunes): PERITO MORENO
Me desperté nerviosa, por fin había llegado el día, tantas veces soñado, de mirar de frente aquella obra maestra de la naturaleza, declarada Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO en 1981.
Nos levantamos un poco confusos porque dormimos poco, pero la ducha nos pone a tono. Nos alistamos rápidamente y antes de las 9h. ya estamos esperando. Son puntuales, subimos a un pequeño microbús con otros 9 pasajeros. Desde El Calafate hasta la entrada del Parque hay unos 80km que transcurren por una carretera que bordea el Lago Argentino. Hay hielo en la calzada y el vehículo avanza poco a poco; para hacernos ameno el camino, 2h aproximadamente, la guía nos cuenta un poco sobre el Glaciar y su nombre y, como curiosidad, nos menciona que en la zona se encuentra la Estancia Anita una de las más grandes de la Patagonia, calculamos que su extensión es como 2 provincias españolas ¡qué pasada!
Entramos al Parque (30$) y llegamos hasta un refugio-restaurante donde acaba el camino para los vehículos, allí nos aprovisionamos de agua y comida y compramos los tickets para la excursión en el barco (35$).
Notamos un nerviosismo especial porque debe estar cerca pero hay tanta niebla que no se ve más allá de 3 ó 4 metros. Subimos al barco, forzamos la vista para verlo porque sabemos que está ahí mismo pero no vemos nada. Guardamos, todos, un silencio ansioso. Qué desesperación. No es posible que vengamos desde tan lejos y no podamos verlo, no sería justo.
El barco sigue avanzando lentamente hacia la parte derecha y… ¡por fin! un rayito de sol ilumina la terminación del frente más bajito. Los disparos de las cámaras de fotos se intensifican. Se ha hecho de rogar pero parece que empieza a dejarse ver… Luego se despeja un poco más, pero sigue misterioso, le cuesta mostrarse majestuoso y esto duele un poco.
Tras una hora y media volvemos al embarcadero y sin pérdida de tiempo nos dirigimos a la pasarela, es toda una aventura recorrerla porque está helada completamente y hay que agarrarse con fuerza a las barandas de madera que la protegen. Hay 2 tramos, superior e inferior. Optamos por el superior, cuando llegamos al final de este ya casi se aprecia todo su frente. Luego seguimos descendiendo hasta el final sin dejar de mirarlo.
Me parece mentira estar allí frente a él, el “Perito” es uno de mis “mitos”…
Vemos desprenderse un cubito de hielo desde arriba, cae y un momento después un fuerte estruendo resuena rompiendo el silencio.
Se despeja un poco más y un tímido sol ilumina lo que le permite la niebla, es el momento de de hacer fotos y vídeos del lugar y del momento, ahora estamos conteniendo la respiración, pidiendo que se deje ver, pero luego en casa, ya relajados, disfrutaremos los detalles.
Comemos frente a él acompañados de Giselle, una chica argentina de padres italianos muy simpática y muy viajera, como nosotros.
Apuramos el tiempo hasta el último minuto y con pena nos tenemos que despedir del lugar: ¡Hasta siempre Perito!
Volvemos a El Calafate, nos dejan en el H. América del Sur, pero no perdemos tiempo y nos marchamos al centro de la población para averiguar si hay algún vuelo hacia Puerto Madrym. Al final optamos por marcharnos el miércoles con la combinación de vuelo hasta Comodoro y de allí bus hasta Madrym. Resuelto el viaje (confirmarán el vuelo mañana avisando al hotel) nos disponemos a callejear un poco por la calle principal, San Martín, y saborear unas ricas tapas acompañadas de cerveza en un bar-cafetería.
De vuelta al hostal dejo la ropa sucia para hacer colada (13ARS), revisamos el correo en Internet y charlamos con el personal que son muy majos y muy atentos.



14 AGOSTO ’07 (martes): LAGO DE LOS GLACIARES
Nos recogen a las 7’30h, es totalmente de noche pero se presiente un buen día porque está despejado y lucen las estrellas.
Hoy vamos en un bus grande, coincidimos otra vez con Giselle y la señora canaria.
Nos dirigimos a un paraje del que no tenemos tanta información, pues la estrella del Parque Nacional de los Glaciares es el Perito.
Parece que hoy todo está de cara, el día está despejado y comienza a brillar un espléndido sol.
Llegamos a Puerto Bandera donde espera el barco que nos llevará por los brazos internos del Lago Argentino. Como ayer, todos los excursionistas vamos juntos, no hay otra posibilidad; por tanto hay que esperar hasta que suba todo el mundo.
Aparecen los primeros témpanos en mitad del lago, al principio era alguno que otro, luego más, y más todavía hasta que el barco aminora la marcha para sortearlos, es espectacular.
Aparece un pequeño glaciar “colgado” a la derecha, está en retroceso por eso la lengua no llega hasta el agua, es el Glaciar Seco.
Seguimos rumbo al Spegazzini, nos anuncian por megafonía que el capitán decidirá si los icebergs nos dejan el paso libre. Aminora la marcha y pasa entre ellos, finalmente es posible y nos conduce muy cerca de él. Es espectacular y luce esplendoroso iluminado por el sol. Al frente hay una grieta que parece a punto de desplomarse, vemos algún desprendimiento pequeño. El capitán detiene el barco un buen rato y todos estamos atentos pero no hay gran derrumbe, finalmente tenemos que marcharnos.
Salimos de aquel brazo del Lago y nos adentramos en otro que nos conduce hasta el Upsala, es el glaciar que más ha retrocedido en la zona. Comienza a verse todo el ancho de su frente desde muy lejos, es grandioso e igualmente extraordinario. Quedamos boquiabiertos porque se aprecia perfectamente la frontera entre el agua líquida y el hielo, con un contraste de colores alucinante que provocan los rayos solares. El tiempo se nos hace corto.
Retrocedemos otra vez hasta la confluencia con otros brazos del lago para ir ahora hacia el Onelli, donde vamos a comer. Bajamos del barco, el camino es una verdadera pista de patinaje, pero nos prometen que tras recorrer un kilómetro y medio llegaremos a un paraje de ensueño. Dudamos un poco. Cuesta mucho recorrer el imaginario sendero porque hay mucho hielo. Algunos se han quedado en un refugio que hay a mitad de camino. Los más osados seguimos resbalando continuamente por encima de la nieve, incluso con alguna caída. Pero lo prometido era cierto, llegamos al Lago Onelli, hoy “Lago Helado”, donde muere el glaciar del mismo nombre, lo acompañan otros dos: Bolado y Agassiz.
La postal es impresionante, no nos gusta mucho salir en las fotos pero aquí hay que posar para que vean que no inventamos. Comemos sentados en una piedra frente al Lago, mirándolo a través de las gafas de sol porque tanta luz ciega. Lanzamos piedras para asegurar que está helado y las piedras resbalan por su superficie.
Charlamos animadamente con Giselle y la Sra. Canaria (siento no recordar su nombre).
El sol luce fabuloso y nos permite hacer fotos muy luminosas.
El tiempo pasa volando y hay que volver al barco porque el camino de vuelta será difícil de recorrer. Realmente el paseo de volver no se ha hecho tan largo como a la ida, supongo que algo ha tenido que ver el subidón de adrenalina que nos inyectó estar en este lugar de ensueño.
El barco vuelve sorteando icebergs y el capitán acompaña la travesía con la música de “Titanic”, todo un acierto para tan dulce momento.
¡Qué gran día! Lo recuerdo y se me pone “la piel de gallina”.
Tras el intercambio de correos y las pertinentes despedidas, nos devuelven al hotel. Decidimos quedarnos a cenar allí mismo. Recogemos la colada y preparamos el equipaje hasta la hora de la cena, un acierto quedarnos porque ha sido buena y abundante, además no hemos pasado frío. Satur se ha puesto las botas comiendo carne a la parrilla.
Hoy ha sido un gran día, la excursión por el Lago Argentino una sorpresa muy agradable. ¡Gracias, gracias, mil gracias!

15 AGOSTO ’07 (miércoles): DE EL CALAFATE A PTO. MADRYM
Hoy madrugón otra vez. Bajamos a desayunar, sólo somos 4 comensales, hay 2 chicas inglesas que, casualmente, tiene que ir también al aeropuerto. El recepcionista nos propone compartir taxi y aceptamos.
Cuando llegamos al aeropuerto las luces están todavía apagadas, es un recinto pulcro y muy pequeño. Comienzan a llegar los funcionarios. Nos indican que tenemos que pagar las tasas.
Facturamos tranquilamente el equipaje, sólo somos 7 viajeros. El avión que nos lleva es de hélices, como un autobús donde hace mucho frío. Nos dirigimos a Puerto San Julián, una pequeña ciudad con un diminuto aeropuerto. Sube una señora y el avión sigue parado un buen rato porque tiene que llegar otra pasajera que se retrasa mucho. Con el avión parado hace muchísimo frío. Por fin llega la señora y nos ponemos en marcha para dirigirnos a Puerto Deseado donde aterrizamos para que descienda la primera pasajera. Otra vez despegue y vuelo hasta Comodoro-Rivadavia que es el destino de todos. Este viaje me ha recordado al autobús de línea que pasaba por mi pueblo cuando yo era niña; aquí, como las distancias son tan largas, lo cambiaron por el avión.
Compartimos el taxi, otra vez, desde el aeropuerto a la terminal de bús, con las chicas inglesas. Allí compramos los billetes y mientras esperamos a la salida comemos unos bocatas.
El trayecto discurre por la N-3 atravesando la estepa patagónica que ofrece un monótono paisaje, grandes extensiones sin horizonte, sin pueblos, sólo algunas ovejas lanudas de cuando en cuando.
Tardamos más de 6 horas en llegar a nuestro destino.
Buscamos el hostal Residencia Vaskonia, que elegimos porque queda cerca de la estación, un edificio caduco que sólo ofrece la ventaja de tener buena situación y estar frente a un gran supermercado que facilita la compra de comida a los viajeros ligeros de recursos. Las habitaciones, aunque bastante deterioradas, tienen baño, calefacción, TV y sillas y mesa para cenar allí calentitos y cómodos.

16 AGOSTO ’07 (jueves): PUERTO MADRYM. 1er contacto con las BALLENAS
Nos levantamos pronto, como todos los días. Yo no estoy muy convencida de seguir en aquel hotel y propongo salir a buscar algo mejor. Primero localizamos la oficina de turismo, como es habitual el personal se muestra solícito y amable, nos facilitan un mapa y alguna recomendación. Nos percatamos que la ciudad está construida a lo largo de la playa, así que delimitamos la zona a las calles cercanas al espigón del puerto y la estación del bus. Marcamos los 4 ó 5 más cercanos y comenzamos la búsqueda, la suerte no nos acompaña, los mejores no tienen sitio libre y en los otros hay que compartir baño. Total que después de perder 2 horas decidimos quedamos en el mismo lugar. Para mitigar el disgusto desayunamos en la Cafetería París, un local añejo y entrañable que ofrece café con leche y medias lunas, buenísimo y barato.
Provistos de cámara de fotos y video nos vamos hacia el espigón donde hay bastante gente apostada para ver las ballenas. Están cerca, se ven los lomos perfectamente. Hace mucho viento, hay un barco grande al fondo que corta el aire y nos resguardamos ante él. De repente la gente se arremolina para ver a una de ellas que se aproxima al espigón, luego aparecen dos más que lo cruzan por debajo, son enormes, nada que ver con las que vimos hace 3 años en Noruega. Otra aquí, otra allá… paso de la cámara de fotos, les dedico toda la atención de la que soy capaz. Se nos pasan las horas sin darnos cuenta mirándolas embobados. Volvemos al paseo marítimo en busca de un restaurante para comer. Aunque hace sol el viento es helado y hace mucho frío. Elegimos uno que ofrece una variada carta de pescados y que resulta estupendo, aunque un poco caro.
La tarde la dedicamos a conocer un poco la ciudad, rodeamos la bahía andando, hay unos cuantos kilómetros. Las ballenas se ven perfectamente desde aquí revoloteando alrededor de un velero.
Volvemos rendidos y helados pero muy contentos de haber podido disfrutar de tan fantástico encuentro.


17 AGOSTO ’07 (viernes): AVISTAJE Y PENÍNSULA VALDÉS.
Decidimos ir a Puerto Pirámide por nuestra cuenta. Tomamos el bus local que sale de la terminal. Aunque parece que hay poca distancia en el mapa, el recorrido es largo y lento. El bus se detiene a la entra del Parque y el guardaparque sube a cobrar la tarifa (10ARS los argentinos, 40 los extranjeros); seguimos por una carretera plana hasta Puerto Pirámide, pequeña población con unas cuantas casas de madera y algunas otras en construcción, todas dedicadas al alojamiento de turistas, también muchos chiringuitos donde se venden los tickets para el avistaje, en todos la misma tarifa. En el rudimentario puerto, unos tractores entran y sacan a los barcos con unas lanzaderas de hierro.
Embarque y nerviosismo. No recorre mucha distancia el barco cuando para el motor, silencio absoluto y aquí aparecen, a escasos metros, una hembra y tres machos a su alrededor. Es un agradable espectáculo, la hembra es enorme y se pone panza arriba, según el guía, esta posición es para decirle a los machos:”no quiero fiesta chicos”. Cambiamos de lugar y poco después otras juguetonas vienen a visitarnos, una de ellas se atreve a cruzar por debajo y roza el barco que se zarandea arrancándonos un suspiro a todos: ¡qué susto! El guía se ríe y nos dice que ha sido un gesto cariñoso.
Otra saca parte de su cabeza del agua, es increíble que lo haga tan cerca, parece que quiera que la acariciemos. Luego, otro ejemplar, nos saludó largo rato con su cola sumergiéndose una y otra vez lentamente.
Qué lástima que el tiempo haya pasado tan rápido y ya toque volver al puerto…
Nos esperan ansiosos una pareja con la que convinimos compartir un taxi para recorrer el resto de Península Valdés y volver luego a Puerto Madrym. Son una colombiana y un inglés que no habla ni una palabra de castellano.
Salimos de Puerto Pirámide en dirección a Punta Delgada. El camino es de “ripio” y al coche le tiemblan todas las tuercas, parece que tenga parkinson nervioso. En mitad del camino, más o menos, paramos para ver de lejos una de las salinas, una laguna que está por debajo del nivel del mar.
Por fin llegamos a Punta Delgada, pero nos encontramos con una sorpresa desagradable, un hotel-restaurante privado hace de barrera impidiendo ver el mar, como no somos clientes no nos dejan pasar por sus instalaciones. Tenemos que retroceder varios kilómetros para tomar el desvío que conduce al acantilado desde donde se divisa la playa que ocupan los lobos y elefantes marinos, pero por el momento no ha llegado ni uno a la zona.
De aquí vamos a Caleta Valdés a donde tampoco han llegado los animales, tan sólo divisamos un grupo de cuatro lobos adultos a lo lejos y unos jóvenes juguetones más lejos todavía. ¡Decepción! Los guardaparques de la zona nos dicen que no hay animales todavía, esperan que comience la llegada para finales de agosto. Así que desistimos de llegar a Punta Norte y optamos por la vuelta a Madrym. En un cruce de caminos paramos para dejar pasar a un gran rebaño de ovejas con guardianes a caballo y visitamos la casa de una estancia donde se concentraban cientos de ovejas.
Volvemos a Madrym pasadas las 5 de la tarde, ya noche cerrada. El día ha sido agotador y hace mucho frío.

18 AGOSTO ’07 (sábado): DESPEDIDA DE LAS BALLENAS
Amanece un día despejado y fresco.
Hoy no madrugamos porque los planes ya están decididos, toca día de descanso, seguramente lamentaremos más adelante haberlo perdido aquí, no nos atrevimos a comprar los billetes del bus para ayer por si la vuelta de la excursión se atrasaba.
Alistamos el equipaje y saldamos las cuentas en el hostal. Volvemos a desayunar en la Cafetería París, camino del puerto, luego vamos al espigón para verlas por última vez y despedirnos de ellas.
Aunque el aire es fresco resistimos, nos da pena marchar. Sin darnos cuenta hemos pasado más de 3 horas apostados en el espigón observándolas.
-“¡Bueno amiguitas, hasta siempre! Espero que os sigan respetando para que muchos viajeros, como yo, puedan venir a saludaros”.
Volvemos a la ciudad, compramos algunas cositas de comer para llevar en la mochila y buscamos restaurante en la zona, hoy toca pasta.
*En cuanto a restaurantes, hemos comprobado que P. Madrym, es más caro que los destinos anteriores.
Tras regalarnos un reposado café contemplando el mar, recogemos el equipaje y nos vamos a la estación de bus. Aún faltan casi 2 horas para que salga pero aquí se está calentito. Aprovechamos el tiempo de espera con la lectura, actualizando el diario y charlando con otros viajeros. Los argentinos se prestan con facilidad a la conversación.
A las 6 de la tarde tomamos el bus que vuelve hasta Trelew para enlazar con la carretera que nos conducirá, del este al oeste, hasta Bariloche.

19 AGOSTO ’07 (domingo): DESPERTAR EN BARILOCHE.
Cuando nos despiertan ya ha amanecido, nos sirven el desayuno antes de llegar a la estación del bus. En la oficina de turismo de la propia estación nos informan que el centro de la ciudad queda lejos. Nos indican el autobús que debemos tomar y en un plano nos señalan otra oficina de turismo céntrica donde nos ayudarán a encontrar alojamiento e informarán de excursiones, actividades y demás. Como siempre atentísimos.
El bus nos deja en la calle San Martín, justo delante del Centro Cívico. De los alojamientos que nos ofrecen nos decidimos por uno familiar que queda justo enfrente. Es una bonita casa de madera que regenta un matrimonio mayor, ellos viven en la 1ª planta y alquilan 3 habitaciones que hay en la planta superior. Nos ofrecen una grande y muy acogedora con un gran ventanal a la calle por 70ARS, aceptamos encantados.
La señora es muy amable, nos indica donde tomar el bus para subir a “Cerro Catedral”. Nos alistamos enseguida y nos marchamos a la excursión. El autobús nos lleva hasta el pueblo donde están los alojamientos, las tiendas de ropa de abrigo y alquiler de esquís y los restaurantes. Vemos por un rato un partido de polo y nos decidimos a subir a la cima en la telecabina, luego hasta el Refugio Antonio Lynch en telesilla. Las vistas que se vislumbran desde arriba sobre el Lago Nahuel Huapi son espectaculares. Las pistas están a llenas de esquiadores, nos dicen que es la época en la que van los alumnos de los colegios, así que hay mucha gente joven, también muchos turistas brasileros.
Nosotros no esquiamos, patinamos por encima del hielo y la nieve con las zapatillas de deporte para desplazarnos por las alturas, es peligroso pero resulta divertido. A pesar del frío que hace seguimos arriba, el sol ayuda a que el paisaje resalte su belleza y las vistas atrapen la retina.
Descendemos en telesilla. Una vez abajo buscamos sitio en una pizzería para comer, las pizzas argentinas son muy buenas.
Ha sido una excursión fabulosa. Cuánto nos alegramos de haber incluido este destino en nuestro viaje, estuvimos dudando ir a Bariloche porque algunos viajeros sólo lo recomendaban si se iba a esquiar y no es nuestro caso.
Cuando el sol comienza a esconderse nos ponemos a la cola para tomar el bus de vuelta a la ciudad.
Paseamos por las calles aledañas al Centro Cívico hasta la Catedral, que no pudimos visitar porque estaba cerrada. Volvemos por la concurrida Calle Bartolomé Mitre, plagada de tiendas y turistas bulliciosos hasta llegar a San Martín donde está nuestro alojamiento. Justo enfrente hay varias oficinas de agencias de viaje que ofertan excursiones. Después de describirnos las que se pueden realizar (no se hacen las más apetecibles: “Ruta de los Siete Lagos”, “Circuito Grande” ni “San Martín de los Andes” porque están cerrados los puertos de montaña por la nieve), nos decidimos por hacer el “Circuito Chico” con un grupo organizado pues la posibilidad de hacerlo por libre lleva demasiado tiempo.
Un gran día para sumar al recuerdo, ahora toca descansar.





20 AGOSTO ’07(lunes): CIRCUITO CHICO. VILLA LA ANGOSTURA

A las 7’30h ya estamos dispuestos para ir a desayunar, no es fácil encontrar tan temprano una cafetería abierta, finalmente lo hacemos en la tienda-bar de la gasolinera de la esquina.
Pasan a buscarnos a las 9 para iniciar la excursión. Hace un día pésimo pero ya estaba contratada. Comenzamos bordeando el Lago Nahuel pero las nubes y la niebla impiden admirar la ciudad de fondo. Mala suerte, no podemos alterar la climatología.
Sigue lloviznando mientras hacemos el recorrido hasta el Hotel Llao Llao. Paramos justo en la puerta de entrada pero como no mostramos mucho interés en visitarlo el chófer nos conduce hasta otra pequeña colina, justo enfrente, para visitar la Capilla de San Eduardo y admirar, desde este punto estratégico, el Hotel Llao Llao en su conjunto y Puerto Pañuelo al fondo. En el mirador hay 2 bonachones perros San Bernardo posando para la foto.
De vuelta a Bariloche pasamos por la “Colonia Suiza” camuflada por entero en el paisaje nevado y boscoso. Es un conjunto bonito.
En la excursión estaba previsto subir en telesilla al Cerro Campanario pero desistimos porque no deja de llover y hay tanta niebla que no se ve nada…
Bueno, hoy nos tocó un día invernal, no acompaña el tiempo; pero claro es que estamos en invierno.
Decidimos ir a Villa La Angostura por nuestra cuenta en bus local, sale de la terminal y el recorrido acaba en el centro de la parte alta de la villa. Bajamos andando los 3km que hay hasta el Puerto. Cobijados por el paraguas logramos llegar hasta la techumbre que hay en el embarcadero para contemplar una bonita y rara estampa, la playa que forma el Lago Nahuel en aquel punto está nevada. Las grandes casas de madera, que se asoman al lago entre los árboles, aparecen más vistosas acompañadas de la nieve. Una foto para no olvidar. Lástima que no dejara de llover en todo el tiempo. La subida la hicimos en bus.
De vuelta a Bariloche, tras recorrer la Bartolomé Mitre, buscamos restaurante para cenar, elegimos “Trucha y Caza”, un acogedor recinto donde predomina la madera en la decoración, está en la Casita Suiza (esquina C/ Quaglia con C/San Martín). Ofrece ciervo y trucha como especialidad de la casa, lástima que no quedara ciervo para probar. La trucha estaba muy sabrosa y para entrar en calor la acompañamos de un buen vino. Después de todo arreglamos el día con la cena.

21 AGOSTO ’07 (martes): DESPEDIDA DE BARILOCHE.
El billete a Mendoza, que compramos el día anterior, indica como hora de salida las 15’30h. Por tanto podemos aprovechar la mañana en la visita de algún museo de la ciudad y hacer algunas compras.
Después de alistar el equipaje salimos en busca de actividad, nos decidimos por el Museo Patagónico que está situado en el interior del Centro Cívico. Tiene una curiosa muestra de la fauna argentina, incluido un Cóndor, y un poco de historia de la región, pasamos un rato entretenido y ameno.
Luego saboreamos un rico chocolate calentito acompañado de churros “argentinos” para templar el cuerpo y paseamos por última vez las calles principales como despedida de esta ciudad que nos ha sorprendido gratamente, la verdad es que elegimos este destino sin mucho convencimiento.
Nos despedimos también de la familia que nos alojó en su casa, charlando un rato con ellos, son encantadores, y nos marchamos hasta la terminal del bus a esperar la hora de salida.
Llamamos a María para contarle el plan de viaje que tenemos y nos confirma que irán a esperarnos a la terminal de Mendoza.
Salimos rumbo a Neuquen a la hora prevista. Hemos adquirido un billete de la zona más confortable del autobús, la parte baja, con TV, cama y un gran ventanal para disfrutar, mientras sea de día, de la estampa que nos quiera ofrecer el camino. Entretenemos el tiempo con la lectura. Yo logro inmiscuirme en el paisaje con el libro que escribió María Brunswig de Bamberg: “Allá en la Patagonia” donde narra las vivencias de su familia, un matrimonio alemán y sus hijos, llegaron a Argentina en 1923 y se trasladaron a vivir a una estancia en la inhóspita Patagonia de entonces.
Como de costumbre, aunque se hace pesado, el bus resulta confortable y nos permite descansar y dormitar.
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22 AGOSTO ’07 (miércoles): MENDOZA, con Enrique y María.
Me desperté antes de amanecer. Logro saber que circulamos por San Rafael, miro el mapa para tantear cuánto falta todavía.
Esclarece un nuevo día, hace ya tantos que salimos de casa y han sido tantas las vivencias acumuladas que tendremos que poner orden a la vuelta. Me alegro de contar con este diario, en el que ahora escribo, porque será de gran ayuda.
El paisaje ha cambiado radicalmente, se vislumbran grandes extensiones de viñedo y bastantes árboles por donde transitamos ahora. A la izquierda, lejanas, se dejan ver las montañas encadenadas y sus cimas blanquean con los primeros rayos de sol.
Llegamos a Mendoza pasadas las 8 de la mañana. En la terminal nos esperan Enrique y María, nuestros anfitriones, que no veíamos desde agosto de 1998, cuando vinieron a visitarnos. Durante estos años hemos mantenido contacto telefónico y por correo. Nos fundimos en un gran abrazo, fue un encuentro muy afectuoso. Ellos lo tenían todo previsto y preparado, incluso se tomaron dos días libres para dedicarlos a nosotros. Una vez en su casa, nos instalaron en la mejor habitación, nos agasajaron con un sabroso desayuno que saboreamos al calor de una grata conversación, recordando nuestros encuentros. Delicioso.
Luego paseamos el centro de la ciudad, que es muy extensa, como todo en este país. Anduvimos por el parque San Martín, grandioso y frondoso a pesar del frío invierno, recorrimos las avenidas principales y subimos hasta el Cerro de la Gloria para ver de cerca el monumento dedicado al ejército de los Andes y contemplar, desde aquella altura, una buena panorámica de la ciudad.
A la vuelta paramos en una agencia de viajes, María se encargó de arreglar todo para poder hacer una excursión, al día siguiente, a la zona montañosa del Aconcagua que transcurre por la ruta que lleva a Chile.
Por la tarde recorrimos las alamedas arboladas que hay en la zona donde viven y saludamos a sus amigos y vecinos, todos entrañables y muy atentos. Es una ventaja poder hablar el mismo idioma.
Nos obsequiaron con un asado estupendo de buena carne y un excelente postre hecho con dulce de leche, tengo que reconocer las dotes culinarias de María que tanto amor le pone a la cocina.
La velada fue larga, charlamos todo y más y reímos al calor de buen vino, por algo estamos el la zona que los produce.

23 AGOSTO ’07 (jueves): MENDOZA. Hasta la frontera con Chile.
María convino todo para que hiciésemos esta famosa ruta montañosa, ellos nos acompañaron porque hacía ya varios años que no pasaban por allí. Exigió en la agencia un tour privado con un experimentado chófer-guía, parece que conoce al personal que trabaja en la oficina.
Pasó a buscarnos a la hora convenida, estaba amaneciendo, dejamos la ciudad despertándose todavía. Tomamos la carretera que conduce a la frontera. Vamos por la ruta norte que pasa por Villavicencio hasta Upsala, allí hacemos un alto en el camino para tomar un café y estirar las piernas. Poco que destacar de la población, otra cosa es el paisaje que la envuelve, un oasis de árboles desnudos que seguro lucirán cuando llegue la primavera.
Seguimos entonces por una ancha ruta que comienza a ascender, pasamos junto a una solitaria edificación plana y extensa rodeada de multitud de camiones, allí hay que parar si se quiere pasar a Chile para formalizar el papeleo. La carretera sigue ascendiendo custodiada por dos cadenas montañosas, frente a nosotros, a la izquierda, se dibuja una ladera en la que sobresalen unos picachos que ha labrado la erosión y que desde lejos parece que sean monjes orando: “Los Penitentes”. Abajo hay una pequeña población plagada de hoteles y restaurantes que dan cobijo a los turistas que visitan las pistas de esquí, parece que aquí están las mejores del país. Poco más arriba está el Puente del Inca, que dejamos para visitar a la vuelta, y cerca el “Cementerio de los Escaladores o Alpinistas”, allí reposan algunos de los que no pudieron alcanzar la gloria en el Aconcagua.
Por el camino transitan muchos camiones de gran tonelaje. En una curva nos encontramos de frente a uno que viene adelantando a gran velocidad y que ha invadido nuestro carril. Gracias a nuestro experimentado chófer que tuvo el reflejo de dar un volantazo y salirse de la calzada rozando una señal de tráfico creo que, ahora, puedo contároslo. Nuestro corazón se llevó un gran susto y tardamos un buen rato en recuperarnos.
Ya más tranquilos, seguimos haciendo poco a poco camino hasta llegar a Las Cuevas y a la boca del túnel que hace de paso fronterizo.
A la vuelta paramos en el inicio de la pista que asciende hasta Cristo Redentor, aunque ha pasado la quitanieves no nos atrevemos a pasar por temor a encontrar hielo.
Volvemos hasta el Puente del Inca para disfrutar durante un rato de la maravillosa estampa de colores de este paso natural sobre el río Mendoza. El pico del Aconcagua no se ve, lo tapa la niebla. Descendemos a Uspallata para degustar comida típica de la zona: choto con papas, ensalada, postre y cafés por 130A.R.S. (los cuatro).
De vuelta a Mendoza pasamos entre grandes extensiones de viñedo, es el camino sur que pasa por Tupungato y Cacheuta. Una vez en la ciudad, María hace parar al señor en la puerta de una librería, nos regala un libro: “El Conquistador” de Federico Andahazi. En todos nuestros encuentros hemos intercambiado libros porque somos muy aficionados a la lectura. Por fin llegamos a casa, sanos y salvos.
Alistamos el equipaje, María se sorprende de que sea tan escaso, y pasadas las 7 de la tarde nos vamos a la terminal para tomar el bus de la empresa ANDESMAR que nos llevará a Salta tras la noche a bordo.
Nos despedimos de nuestros amigos con la promesa de ir a verlos a Portugal la próxima vez que vengan a visitar a su familia. Muchas gracias por todo, un beso grande para Enrique y María.

24 AGOSTO ’07 (viernes): LLEGADA A SALTA.
Amaneció nublado y así seguimos. A través de la ventanilla apreciamos que hay mas vegetación, pero los árboles desnudos y el cielo gris le imprimen al paisaje un aspecto de tristeza.
Pasadas las 8 de mañana nos dan el desayuno. No dormimos demasiado bien esta noche y todavía falta un rato para llegar a nuestro destino: Salta.
Una vez en la terminal, un poco alejada del centro, tomamos un taxi que nos lleve al hostal Residencial Royal, que elegimos por su recomendación en nuestra guía y porque pensamos que está próximo a la Plaza 9 de Julio. Una vez allí decidimos quedarnos. Nos instalamos y salimos a almorzar y tomarle el pulso a la ciudad.
En la oficina de turismo nos dan toda la información que solicitamos, tomando un café frente a la Catedral estudiando los folletos, que disponen incluso de un precio orientativo, y decidimos qué hacer en los 2 próximos días. Visitamos 3 agencias de viajes y nos damos cuenta que en todas ofrecen las mismas excursiones y los mismos días de salida, variaba un poco el precio. Con toda la información en nuestro poder nos decidimos por “La Quebrada de Humahuaca” y “El Tren a las Nubes” pero sin tren.
Visitamos la Catedral atestada de niños uniformados que contemplan los dorados del Altar Mayor, paseamos las calles céntricas y llegamos hasta el Parque de San Martín, luego hasta el monumento al Geral. Güemes para acabar en la colorida iglesia de San Francisco donde se nos hizo de noche. Volvemos hasta la peatonal y bulliciosa Calle Florida y de allí hasta el hostal donde cenamos.

25 AGOSTO ’07 (sábado): PURMAMARCA. QUEBRADA DE HUMAHUACA. JUJUY.
Antes de las 7 de la mañana ya estamos alistados, es todavía de noche cuando pasan a buscarnos. Vamos en un microbús, acompañados de turistas argentinos, algunos incluso con niños pequeños. El guía se presenta como Pablo, nos dice que es argentino a pesar de sus rasgos, que pertenece a etnia indígena de “Los Colla”, pueblo perseguido y castigado por Los Conquistadores, y que “coquea” para mitigar la altura. Observadas sus facciones y con dichos comentarios intuimos que aquello era el preámbulo para conocer una Argentina diferente, que apenas comienza a tener publicidad y de la que no teníamos mucha información.
El recorrido entre Salta y San Salvador de Jujuy pasa rápido, la capital la bordeamos por su margen izquierda sin parar con la promesa de visitarla a la vuelta. A partir de aquí comienza a ascender el camino, el cielo se muestra despejado y de un azul intenso y el sol va iluminando un paisaje árido sin apenas vegetación. Nuestra primera parada es en Purmamarca, en cuanto se desvía el camino se aprecia un cerro de tonos rojizos, ocres, verdosos, que resalta, es el “Cerro de los Siete Colores” y, colores, son lo que más destaca en el mercado de artesanías que hay en la plaza principal. Es un pueblo pequeño de casas de adobe que transmite sosiego. Destaca su iglesia de blanco inmaculado acompañada por un leñoso algarrobo gigante. A partir de Purmamarca seguimos ascendiendo por el Valle de los Pintores. De cuando en cuando se dibujan unas vetas de colores diversos en las laderas que resaltan, iluminadas por el sol, en el conjunto grisáceo de la cadena montañosa.
No nos detenemos hasta llegar a Humahuaca porque queremos asistir a un espectáculo tradicional. Cada día, a las 12, la figura de un santo se descubre en la rudimentaria torre del ayuntamiento y los lugareños acuden allí a recibir su bendición. Hoy la plaza está plagada de gente, destacando un grupo de “gauchos” ataviados con sus ropajes. Es una escena curiosa. Una vez terminado el acto la gente se dispersa y nosotros nos vamos a callejear por las calles adoquinadas de los alrededores hasta la hora de comer. Hace un sol radiante acompañado de un aire seco y fresco. Humahuaca es una población auténtica, las rudimentarias casas de adobe son de planta baja y muy cuadradas, destaca en alguna de ellas una doble puerta de entrada situada en una esquina que, nos dicen, son muy útiles para los tórridos veranos ya que, al estar orientadas a dos puntos, es más fácil dejar pasar el aire. La fisonomía de la gente también ha cambiado, sus rostros y sus vestimentas son indígenas, definitivamente esta es “otra Argentina”.
Comemos con el grupo en un restaurante que ofrece platos típicos de la zona. Nosotros pedimos Chocro (maíz) con queso de cabra, Guiso de papas verdes, Llama con puré, zapallo con nueces de postre y una Quilmes. La comida estuvo acompañada de una animada conversación, la mayoría de los integrantes del grupo eran jóvenes médicos de Rosario que estaban en un congreso en Salta.
Tras la comida tomamos el camino de regreso, paramos en la plaza de Uquía, frente a la blanca iglesia de San Francisco. Luego, en Tilcara visitamos el Pucará, una especie de fortaleza situada en un montículo que data de los tiempos de la conquista (la reconstrucción no muy acertada para mi gusto), desde allí hay una vista panorámica y se ve de cerca la envergadura de los “cardones” (cactus gigantes). También visitamos el museo arqueológico Eduardo Casanova.
La siguiente parada la hicimos frente a Maimará para poder contemplar su escalonado cementerio enclavado en un original entorno.
Terminamos el día en San Salvador de Jujuy, dispusimos de poco tiempo para saborear la ciudad, así que, nos limitamos a rodear la Plaza Belgrano y visitar fugazmente el interior de la Catedral. Y se acabó el día.

26 AGOSTO ’07 (domingo): ITINERARIO “TREN A LAS NUBES”.
Ya teníamos en mente hacer este recorrido desde que preparamos el itinerario del viaje en casa y sabíamos, también, que el tren no estaba operativo. Nos atrajo la idea de ascender a las inhóspitas tierras próximas al Desierto de Atacama, ver un paisaje árido repleto de soledad y comprobar cómo pueden subsistir las gentes en él.
Nuestros compañeros de aventura para el día de hoy son también turistas argentinos, la mayoría de la capital. Nos acompaña una guía joven y poco habladora que, a la postre, nos resultaría demasiado sosa.
Ya sabíamos que el famoso tren no funciona y que el recorrido se hace en vehículos, pero ignorábamos que la ruta era por una pista lenta, difícil y polvorienta.
A 30km de Salta está campo Quijano, puerta natural de la Quebrada del Toro, hacemos una parada junto a una antigua máquina a vapor que arrastraba al tren. A partir de aquí el camino comienza a empinarse, sigue paralelo al Río Toro y a las vía del tren. Hacemos otra parada para observar de cerca la estructura de uno de los puentes de hierro que atraviesa el cauce del río. Más adelante se dibuja en la ladera un zig-zag en la vía que ayudaría al tren a salvar el desnivel. Así seguimos durante largo rato, acompañando a los raíles hasta Puerta Tastil donde se pierden.
Nosotros seguimos por el camino hasta llegar a Santa Rosa de Tastil, en los 110km que la separan de Salta ya hemos ascendido 2000m, allí tenemos que dejar a un pasajero y su familia porque no soporta la altura. Este pequeño poblado de rudimentarias casas de adobe ofrece una sensación de tristeza y soledad infinita. Destaca una diminuta iglesia pintada de rosa y el rostro de unos niños de piel morena y curtida por el sol y el frío.
Continuamos por este altiplano desértico y ascendemos otros 650m de altura hasta San Antonio de los Cobres, aquí sólo paramos para encargar la comida. Todavía nos queda ascender hasta los 4200m y llegar al Viaducto La Polvorilla, en este punto estamos cerca del vecino Chile, pero es el final de la vía férrea que era nuestro destino. Descendemos del coche y notamos enseguida que cuesta caminar por la altura, el aire parece denso y, a pesar del sol, el frío es intenso. Observamos la estructura de hierro del viaducto y sólo de mirarla da vértigo, cuando te acercas te das cuenta de lo extraordinaria que resulta esta estructura de hierro que hicieron en este lejano y solitario paraje.
Volvemos a San Antonio, al descender del microbús nos aborda una multitud de mujeres y niños que ofrecen artesanía, pero son tantos reclamando atención que se hace imposible atenderlos, sus ropajes están deteriorados y su aspecto es desolador. Logramos entrar en el mugriento restaurante, los compañeros de viaje argentinos comentan que no se imaginaban que en su país hubiese tanta pobreza. Algunos tomaron nota de la dirección de unos niños y les prometieron que les enviarían ropa y calzado.
El camino de vuelta lo hacemos por la misma ruta con una parada, otra vez, en Santa Rosa.
Llegamos derrotados de tanto traqueteo.
Aún salimos a buscar la manera de volver al día siguiente a Buenos Aires. La oficina de Aerolíneas ya está cerrada, no hay en esta fecha cupo más que esta compañía, pero el precio nos parece excesivo. La otra posibilidad es en bus durante muchas horas. Al fin compramos el billete de Brown, la única compañía que todavía oferta plazas “ejecutivo” y que sale a mediodía. Ya no tuvimos fuerzas para ir de “peña” a escuchar música, pensábamos ir al Boliche Valderrama que nos quedaba cerca.



27 AGOSTO (lunes): DESPEDIDA DE SALTA Y VIAJAR…
A partir de hoy todo suena a despedida. Está bajando el nivel de entusiasmo, pensar en tantas horas de viaje cansa un poco.
Una vez alistado el equipaje nos vamos al centro para retratar la ciudad, hoy hay un día luminoso. Saboreamos un café en una terraza frente a la Catedral y perdemos el tiempo que nos queda callejeando hasta el hostal. Tomamos un taxi que nos lleva a la terminal y esperamos a la salida del bus. Es mediodía y nos marchamos para cumplir con la última etapa de nuestra aventura. Nos ofrecen una comida ligera que reforzamos con los víveres de nuestra mochila.
Dormitábamos cuando notamos, de repente, que se detiene el bus. Sobresaltados intentamos averiguar qué pasa y vemos a los 2 conductores que cruzan la calzada y se dirigen a un rudimentario “chiringuito” plagado de matrículas de autos y objetos diversos, entran y encienden unas velas. Nos parece curiosa la explicación que nos dan otros viajeros: “han ido a pedir para tener un buen viaje”, parece que en la región es algo habitual.
Entre la lectura, ver alguna películas y contemplar el paisaje dejamos pasar el tiempo, pasamos por San Miguel de Tucumán, Santiago del Esteso, y paramos a cenar antes de entrar en la provincia de Córdoba…

28 AGOSTO’07 (martes): VIAJAR Y LLEGADA A BUENOS AIRES
Este día comienza en el bus siendo noche cerrada. La ruta atraviesa Córdoba parando en su capital, pasamos por Santa Fe, por Rosario, para terminar en la ciudad de Buenos Aires tras casi 21 horas de viaje.
Nos desplazamos en bus urbano hasta las inmediaciones de la Av. de Mayo, en la paralela, Alsina 917, se encuentra un pequeño hotelito, aunque está ubicado en un edificio antiguo y bastante rancio, es de reciente creación. Su nombre: “The Clan Hause”, muy tranquilo, con una simpática decoración, pulcras habitaciones con baño y buen desayuno. Lo elegimos por su céntrica situación (30$).
Aquel día había una gran manifestación que recorría la Avenida 9 de Julio. Nosotros cumplimos como observadores durante un rato y nos fuimos a degustar un sabroso “bife de chorizo” a la peatonal Florida.
Por la tarde nos fuimos de visita a las librerías de la Av. Corrientes, pasamos horas en ellas y compramos algunos libros para poder prolongar, con su lectura, nuestra estancia en la ciudad.
Nos fuimos pronto a descansar.

29 AGOSTO ’07 (miércoles): BUENOS AIRES
Despertamos perezosos. Tras el desayuno salimos, sin fijar rumbo, dispuestos a pasear sosegadamente para disfrutar el último día que nos quedaba. La ciudad se había vuelto familiar y pretendíamos despedirnos de ella sin sentirnos turistas que sólo pasan en ella unas horas y se la quieren llevar entera como “souvenir” grabada en la cámara digital. Ni siquiera llevaba en la mochila la cámara de fotos para evitar la tentación y no romper la magia de complicidad, ella se mostraba tal cual es y nosotros la sentíamos mirándola.
Sin darnos cuenta llegamos a la plaza donde se ubica el edificio del Congreso, hoy con el sol resaltando su verde cúpula, parece otro. Estamos frente a él cuando descubrimos un local en la parte izquierda que resalta el nombre de “ABUELAS DE PLAZA DE MAYO”. Me dio un vuelco el corazón, nos acercamos y entramos en el local, nos sentamos a tomar un café y sentimos, de una manera inexplicable, que éramos partícipes de su dolor. Sin ahondar más allá.
Con paso lento seguimos disfrutando del paseo, hacemos un alto para llamar por teléfono a PLUNA y saber de nuestro vuelo de vuelta, nos dicen que hay una modificación. Nos percatamos que pasan de las 3 de la tarde y es hora de pensar en comer. Volvimos a La Estancia, Satur quería saciar el recuerdo de la gastronomía argentina regresando repleto de buena carne. Me repetía una y otra vez: -¡cómo comen estos argentinos! -¡qué rica está la carne a la parrilla!
La comida se alargó bastante, la saboreamos con tranquilidad y no le negamos el vino que quiso. Cuando salimos del restaurante ya había oscurecido. Volvimos al hotel y el vino pidió descanso, tanto que ya fuimos incapaces de salir en busca de un local que ofreciera tangos.

30 AGOSTO ’07 (jueves): BUENOS AIRES-MONTEVIDEO (y esperar…)
Supimos que nuestro vuelo salía de Buenos Aires 2 horas antes de lo previsto, así que, aprovechamos para ir a gastar los últimos pesos en regalitos para los sobrinos, volver para colocarlos en las maletas y alistarnos para llegar con tiempo suficiente al Aeroparque J. Newbery.
Pagamos las tasas, almorzamos y embarcamos para despegar de la cuidad a 13:45h. Así concluyó nuestra aventura en Argentina. Pero para nosotros no acababa el viaje aquí, la aventura seguía hasta llegar a casa.
En un suspiro estamos aterrizando en Montevideo, en un diminuto aeropuerto que sólo tiene una sala pequeña donde esperar. Nos comunican que nuestro vuelo saldrá a 23:15h y no son más de las 3 de la tarde. No hay posibilidad de salir de allí porque estamos “en tránsito”, por tanto toca esperar entretenidos con la lectura.
Las primeras horas son llevaderas, después se hacen eternas. La sala se va llenando de pasajeros y ni siquiera hay asiento para todos. Se acerca la hora anunciada y allí no hay síntomas de salida. Nuevo comunicado para anunciar que el vuelo se retrasa…


31 AGOSTO ’07 (viernes): MONTEVIDEO-MADRID-BENIDORM.
El retraso fue de casi 2 horas. Pasamos la noche a bordo acompañados del llanto de un niño que no conciliaba el sueño. No es muy grato el recuerdo.
Llegamos a Barajas casi a las 6 de la tarde, nos alegramos entonces de no haber comprado los billetes de vuelta a Benidorm. Antes de salir del aeropuerto hay que cambiar de indumentaria, toca guardar en la mochila las prendas de invierno, acabamos de aterrizar otra vez en el verano que dejamos hace un mes. Una vez en la calle sabemos que no es un sueño.
Llegamos a la estación Sur en metro, compramos los billetes de bus para la próxima salida a Benidorm y nos regalamos unos bocatas de jamón acompañados de cerveza fresquita. A las 21:30h sale el bus y 6h mas tarde llegamos a casa sanos y salvos, pero muy cansados.
Es 1 de septiembre, sábado. Toca dormir para despertar en el nuevo horario y comenzar a trabajar el lunes como si nada hubiera pasado.