HUNGRIA,RUMANIA,BULGARIA,GRECIA E ITALIA 1996

DEL 1 AL 30 AGOSTO 1996

PRÓLOGO
Después de un exhaustivo estudio de la ruta con la información pedida a las embajadas de los diferentes países, completada con La Guía del Trotamundos, asesorados, en lo que a Rumania respecta, por Alina Ionescu, nuestra guía, además de anfitriona en Bucarest, y luego de conseguir el visado para acceder a Bulgaria, preparar la Nissan Serena, que sería una vez mas nuestra casa por espacio de un mes, con los armarios bien repletos de víveres “por lo que pueda pasar”… Con un gusanillo en la barriga por ese miedo a lo desconocido o respeto, o qué se yo, que nos desvelaba por las noches a medida que se aproximaba el viaje, iniciamos nuestra II Aventura Europea. Era jueves, 1 de agosto, recién estrenadas las vacaciones

JUEVES 1 DE AGOSTO
Salimos temprano ya que nos esperaba un largo día de ruta. Repostamos en Altea y paramos a almorzar antes de llegar a Valencia, continuamos por la carretera hasta la hora de comer, en Coma Ruga (unas paellas individuales de rechupete, salida 31).
En el Vendrell cogemos la autopista para no cruzar Barcelona y no volvimos a la carretera hasta Vidreres.
Repostamos antes de la frontera porque, en Francia, el gasoil es más caro. Nos hospedamos en el camping de la Junquera, Molí de Vent, donde ya somos conocidos de otras veces.
Hicimos las últimas compras antes de cenar y nos fuimos pronto a la cama.

VIERNES 2 AGOSTO.
Cruzamos la frontera Francesa y paramos a comer en Nimes. Con los 70 francos sobrados de años anteriores el festín no podía ser excesivo, así que paramos en un MC. Donals, lugar muy recurrente fuera de España. Comimos, bebimos, nos refrescamos y todavía nos sobraron 10ff, lo dicho, todo un festín.
Repostamos en Nantua junto al lago y poco después cruzábamos nuestra segunda frontera en esta aventura (Suiza). Ya cerca de Ginebra cogimos la autopista hacia Laussane; pero bajamos hasta el lago para buscar camping en Coppet. Durante unos 30km o más no encontramos ninguno abierto, sólo uno y “completo”; así que acampamos en un prado frente al camping en Albaman. El sitio resultaba magnífico para el cansancio.


SÁBADO, 3 AGOSTO.
Por las inmejorables y gratuitas autopistas suizas nos dirigimos a Austria, antes de llegar a la aduana y por casualidad nos topamos con Liechtenstein, así que le dimos una pasada (es tan pequeño que casi te sales antes de entrar) y cruzamos la frontera con Austria.
La primera anécdota del viaje fue en una gasolinera austríaca, con un expendedor poco simpático, nosotros con el depósito vacío y sin un chelín en el bolsillo preguntamos, antes que nada, si es posible “visa” y el muy buitre nos dice que, “visa no”, menos mal que insistimos con otro empleado y nos dijo que sí, así que: “full please” y autopista y manta.
2ª sorpresa (y no sería la última), a la salida de un túnel nos encontramos una barrera con un cartel “Peaje”, y nosotros sin chelines otra vez, menos mal que aceptaban la visa para abonarlo.
Dormimos en un área de servicio, junto con otras 200 autocaravanas, campers y demás.


DOMINGO, 4 AGOSTO.
Después de una ducha tipo palangana (y van dos), nos disponemos a circundar Viena para dirigirnos a la frontera húngara por Neusied, después de tantas fronteras cruzadas alegremente, ésta consigue elevar nuestro ritmo cardiaco. Hacemos una larga y lenta cola y cuando nos toca pasar nos desvían por el lugar de registro, enseñamos los bártulos y digo yo en un ingles panocho, “for the camping” y uff! nos dejan pasar sin problemas –y es que el conocimiento de lenguas hace mucho -. A trescientos metros de la aduana paramos en un área de servicio (restaurante, cambio, etc.) y cambiamos pesetas, aunque la señora las miraba y remiraba con cara extraña finalmente no hizo ninguna objeción, seguro que no cambia billetes españoles muy a menudo. Almorzamos allí mismo para reponer fuerzas.
La primera impresión sobre el país fue buena, algo que confirmaríamos más adelante, Las carreteras buenas, muchas áreas de descanso, limpieza y casas y coches en buen estado.

La primera ciudad en visitar Györ, bastante grande y cruzada por un río que atravesamos por un puente de hierro para una primera inspección, después volver al mismo lado y aparcar junto al río a los pies de una iglesia ortodoxa que no pudimos visitar, al igual que otros monumentos,era domingo y estaba todo cerrado. Al bajar del coche notamos que la temperatura había cambiado, hacia un frío de la leche y tuvimos que echar mano de las chaquetas, cogimos nuestra guía del trotamundos y nos dispusimos a conocer un nuevo país, una nueva sociedad, una nueva manera de entender la vida. - Es lo que más me atrae de los viajes, me siento como un niño que acaba de nacer, donde todo es nuevo, todo desconocido, todo sorprendente.-
Hicimos un recorrido, aconsejado por la guía, cuyo final fue la plaza de la catedral, la ciudad estaba casi solitaria, tal vez por el hecho de ser domingo.
A la salida de Györ buscamos sitio para comer, paramos en un restaurante que tenía buen aspecto por fuera y casi mejor por dentro, nos trajeron la carta, muy acertada por cierto, que contenía fotos de los platos, también letras, pero para nosotros que no dominamos mucho el húngaro nos resultaron más útiles las fotos. Total que por un módico precio, comimos como marqueses: de 1º una buena “salada Diana” y de 2º carne de vaca con una guarnición estupenda para Satur y una mezcla de carne de cerdo con verduras para mí, el postre no es hábito por estos lares.
Continuamos la ruta hasta Fertöd, aparcamos y nos dirigimos al palacio Hesterházy, réplica según la guía del de Versalles, bueno con matices, diría yo, y como este no era nuestro día, pues también estaba cerrado, eso sí visitamos los jardines y a otra cosa mariposa.
Sopron: centro muy bonito con una torre bajo cuyo arco se pasaba a la parte vieja. Lo primero que encontramos fue una plaza triangular muy limpia y con poca gente, y unas callejuelas vistosas que terminaban en ella y que ofrecían un agradable conjunto. Como anécdota que recordamos, una cartelera de cine con la foto de Antonio Banderas. El titulo no supimos traducirlo, la próxima vez será. Está bien saber que España se conoce fuera.
Bueno, pues después de dar unas cuantas vueltas por el centro, decidimos buscar el camping “Ozon” según la guía, el mejor de la zona. No está mal, pero nos parece un poco caro por los servicios que ofrece. Entendemos que sus precios son altos porque está muy cerca de la frontera con Austria.


LUNES, 5 AGOSTO.
Recogemos los bártulos después de un suculento desayuno y nos disponemos a seguir la ruta bordeando la frontera. El siguiente pueblo que se cruza en el camino es Navicent y según la guía oferta una foto de un viejo castillo que han convertido en hotel, también monumentos en su cementerio, y como yo siento curiosidad por ellos nos acercamos a verlo, no sin la protesta de Satur que me acusa de tener unos gustos algo “especiales”, pero como estamos con las vacances recién estrenadas me concede el “caprichito”.
No desviamos nada la ruta hasta llegar al lago Balaton y nos sorprende poco encontrar buenas carreteras, buenos coches, carteles de colores anunciando restaurantes, hoteles, etc. puesto que la guía nos dice que esta zona es muy turística. Lo que sí nos sorprendió fue el clima porque estaba fresquito y no asomaba mucho el sol. Yo me compré un jersey con chaleco incorporado en el primer pueblo que paramos junto al lago: Balatonsony, El primer contacto con el lago no fue tan emocionante como pensábamos, seguramente esperábamos encontrar una foto en cada rincón, sitios paradisíacos y no contamos con que los lugares turísticos están llenos de gente, de coches y de ruidos... y nosotros no tenemos derecho a quejarnos porque somos turistas a fin de cuentas. Tampoco acompañaba el sol y las nieblas impedían ver la otra orilla.
La ruta se arregló cuando llegamos a Tihany, desde lejos ya sobresalían Las torres amarillas de su iglesia, que es lo más destacable del pueblo en cuanto a monumentos, en cuanto a concentración del personal, pues era un hervidero de gente, encontramos hasta unos peruanos animando con música y les compramos una cinta de casete. La iglesia por dentro estaba muy bien conservada y en la cripta debía estar enterrado algún personaje, nos costó entrar 200ft. El estómago comenzó a quejarse y tuvimos que buscar un sitio para alimentarlo, no fue fácil, pero al fin, junto al puerto, un trozo de pollo asado con papas, pan y cerveza, se dejaron convencer, luego un helado.
Desde el Balaton hay autopista gratis hasta la capital. Budapest esperaba ansiosa para descubrirse ante nosotros y ya el primer contacto fue emotivo. Llegamos a eso de Las 17.30 horas, yo estaba nerviosa de emoción y quería verlo todo, Satur andaba también nervioso pero por otro motivo, no quería equivocarse y me decía que me fijara en las señales y me dejara de tonterías. Nuestro propósito era encontrar el camping ”Zugligeti Niche” que era el más cercano al centro y tenía el bus cerca para desplazarse; el logotipo que había que seguir era una ardilla y, ¡cierto!, enseguida encontramos la señal, la seguimos durante más de 5 kms. Y por fin, aunque pueblerinos, llegamos a la puerta del camping, pero entonces nos surge otro problemilla: “¡está completo!”. Insistimos un poco y nos dejaron dar una vuelta, efectivamente el espacio estaba bien aprovechado, pero al fondo quedaba un espacio para meter la serena y decidimos quedarnos. Estaba bastante cutre, pero nos habíamos preparado mentalmente para adaptarnos a cualquier situación. Lo único que hicimos antes de dormir fue una ducha, intentar conectar con Radio España, sin éxito, y preparar la información para empaparnos de Budapest al día siguiente.

MARTES, 6 AGOSTO.
En el diario de ruta escribí: hoy hemos madrugado; bueno llevábamos ya más de 9 horas dormidas.
Compramos los billetes de bus allí mismo. Tomamos el nº 158, que coincide con lo que pone la guía de camping, había gente esperando pero tampoco demasiada. Nos bajamos donde lo hizo la mayoría, no porque supiéramos dónde estábamos, aunque llevamos un mapa: era la plaza Moszkva donde llegan y parten todos los autobuses y tranvías. Nos habíamos marcado un itinerario y lo seguimos bastante al pie de la letra porque nuestra intención era dejar para el final el Bastión y la iglesia que es la foto que todo el mundo conoce de esta ciudad.


Recorrimos Las calles Fortuna, Urszeghaz y Tancsies (antigua morada de judíos), luego llegamos a la plaza donde está la iglesia Matthias, había varios músicos callejeros tocando y ensalzando más el escenario. A partir de este momento me embarga la emoción que aflora con un nudo en la garganta, nerviosismo interior que siento en el estómago y los ojos acuosos. Son las sensaciones que no cambiaría por nada: ¡al fin estamos allí, donde se construyó parte de la Historia, donde estuvieron personajes de relieve, donde tantas cosas...!
La iglesia es muy bonita, por fuera y por dentro, después de una visita detenida salimos y visitamos el Bastión que ofrece una impresionante vista de la otra parte de la ciudad: Pest, el Parlamento, el Puente de Las Cadenas, etc.
Luego visitamos el Palacio Real que resultó enorme de grande con preciosos jardines, dentro visitamos el museo histórico de Hungría
En el camino de vuelta compramos el único periódico español que encontramos: el ABC del día 5 de agosto y nos alegró mucho saber que Miguel Induráin y Olano habían sido medallas de oro y plata en Atlanta ¡bien! Comimos en un agradable restaurante junto al palacio, uno pescado y el otro carne con salsa.
Una vez repuestas Las fuerzas y llamado por teléfono a padres y amigos, decidimos ir andando hasta Pest cruzando por el Puente de Las Cadenas, es el emblema de la ciudad, tan digno y tan bonito. Nos dirigimos a la catedral de San Esteban, donde está la mano derecha del santo. La iglesia estaba en obras por fuera y por dentro. Las calles aledañas desde la catedral hasta el Parlamento están plagadas de edificios que ofrecen un conjunto emblemático y bonito.
El Parlamento es un gran edificio con varias torres, muy bonito, no pudimos visitarlo por dentro porque estaba cerrado. Por cierto, cerca hemos encontrado una calle que se llama Szalay, ¡igual que Katy! Hemos hecho una foto para recordarlo.
La anécdota del día: como somos pueblerinos y un poco cortos, después de tanto andar estábamos agotados y decidimos coger el tranvía para regresar a la plaza Moszkva, esperamos durante un rato en la parada, por fin llega uno, nos subimos y en la parada siguiente que estaba como mucho a 200mts nos indican que nos apeemos porque allí se acababa el trayecto... Nos hemos reído un buen rato recordando la faena.
De vuelta al hogar una ducha, cena y cama.

MIÉRCOLES, 7 AGOSTO.
Volvemos en el bus nº 158, pero nos fuimos directamente a Pest, a la calle peatonal, ”Vaci Utca” la más visitada por los turistas, lo cierto es que éramos un montón. Recorrimos los alrededores hasta llegar a una sinagoga judía, de la que sólo visitamos un pequeño museo, ¡decepción! Pensábamos que nos dejarían visitarla por dentro.
Hacía mucho calor y buscamos un Macdonals para comer, pero estaba a tope, así que busca que te busca, conseguimos sitio en un Burguer King bastante limpio y con aire acondicionado, allí decidimos parar durante un rato. La comida: “basura”, no es ninguna sorpresa, pero el descanso y los aseos con agua tienen un precio.
Compramos unas postales para enviar a María y a nosotros mismos, las escribimos recostados sobre el cesped de una plaza con sombra y turistas, luego que pasó un rato decidimos volver a Buda a dar una vuelta, pero conforme caía la tarde, la retirada de la gente se notaba, yo quería ver la iluminación nocturna (¡como siempre!), así que volvimos a Pest, al lugar donde compramos los muñequitos de recuerdo, junto al río.
La iluminación resultó ser bastante pobre, pero me gustó. Era muy tarde cuando regresamos.
Concluimos que esta ciudad es bastante grande pero el centro histórico es reducido y sus buenas comunicaciones entre las dos partes hacen que te puedas mover rápido por lo que, quizás, perdimos un día que seguro nos haría falta en otro sitio.


JUEVES, 8AGOSTO.
Recogemos la “casa” después del desayuno y dejamos el camping.
Abandonamos Budapest y seguimos dirección norte camino de Scentendre, es un pueblo pequeño, muy turístico, limpio, con una placita (Fö ter) pintoresca que invita a detenerse y así lo hicimos, nos sentamos en una terraza a tomar un café y unos pasteles para disfrutarla.



Luego nos dirigimos hacia Visegrad, rozando la frontera con la R. Eslovaca para admirar los “meandros del Danuvio” que es el que marca la frontera en algunos puntos. Subimos al castillo para encontrar una buena panorámica y encontramos unas vistas alucinantes, a la bajada nos comimos unos bocatones y unas cervezas bien frias para recuperarnos. Cuando se nos pasó un poco la “melopea” de tanta cerveza... nos dirigimos a Esztergom, pueblo que tuvo mucho protagonismo en tiempos pasados, llegando a ser capital del Reino. Cuenta con un gran templo, impresionante por su tamaño, el mayor de Hungría.
Acabamos la excursión del norte y nos vamos camino de Rumanía. Tenemos que regresar hasta Budapest por la misma carretera, nos costó mucho atravesar la ciudad, casi 2 horas de soportar un tráfico caótico y mucha contaminación. A partir de este punto, Hungría es totalmente llano, hay cereales, frutales, en las salidas de los pueblos hay puestos callejeros que ofrecen frutas y verduras con muy buena pinta, compramos una sandía enorme y barata.
Estábamos a pocos kilómetros de la frontera, pero llevábamos muchas horas de coche y teníamos ganas de descansar, por tanto decidimos buscar camping y gastar así parte de los forines que nos quedaban, lo que encontramos no era nada especial pero nos quedamos.
Conclusión: nuestro paso por Hungría nos lleva a pensar que en este país también hay diferencias entre el norte y el sur. La impresión primera fue la de un país totalmente europeo en todo, coches, casas, precios, gentes, y en general en el nivel de vida que pudimos comprobar en la zona norte; bien es cierto que a medida que nos alejamos de la ciudad y nos aproximamos a Rumanía se observa un poco más pobre, con algún carro, los campesinos con ropas más descuidadas y los bares y aseos más sucios... No podemos opinar sobre lo que no vemos, pero opinamos que pronto pueden ser miembros de la Europa rica.

VIERNES, 9 AGOSTO.
Estábamos tan sólo unos 20km de la frontera, antes de cruzar llamamos por teléfono a España para agotar la tarjeta. El nerviosismo crecía por la proximidad de la frontera. Había bastantes coches y camiones. Nosotros carecíamos de visado, que nos tenían que hacer en la misma frontera. La espera era larga, Satur me sugería que fuera a preguntar aquí o allá, ¡como siempre! y yo lo intentaba, pero en honor a la verdad tengo que reconocer que intuía las respuestas, en ningún momento entendí nada, ya que yo preguntaba en español con algún sonido afrancesado y ellos me respondían en rumano o en inglés.
Debo decir que el señor que me atendió en la oficina fue muy atento y agradable, y entre lo que intuí y lo que añadí de mi imaginación la cosa resultó menos o más... el visado valía 46 $ y en aquel mismo lugar se cambiaban $ por moneda local.
Volví a contarle a Satur y decidimos cambiar 100$ + los 4$ que sobraban del billete de 50$ del visado, también los 3000 forints que nos quedaban,
total: por 3000 ft. = 60000 leis
“ 104 $ =340600 leis
Volví al coche con un montón de billetes que no me cabían en las manos, calculadora en marcha para averiguar el valor de la nueva moneda: si el $ en aquel momento nos costó a 127´3 pts y por cada $ nos dieron 3275 leis, -100 leis = 4 pts.
En el primer semáforo que paramos, un chaval se acercó a limpiarnos el cristal del coche y aunque le señalamos que no, él insistió y yo le dí un billete de 500 leis, me puso “cara conejo” y no entendí entonces porqué fue tan desagradable, luego, cuando calculé el importe de mi generosidad, me di cuenta de lo tacaña que soy, le había dado la friolera de 20pts, no me extraña que el chico me mirara con tanto cariño
A la entrada de la ciudad (Oradea) paramos a repostar: llenamos el depósito con 42500 leis = 1660pts aprx, una pasada, porque el litro de gasoil salía a no más de 30pts, menos de la mitad que en España. Satur le dío 44000 leis, para paliar el patinazo anterior.
Habíamos cambiado de país pero parecía seguir el mismo escenario, no era tanta la diferencia con el sur de Hungría, Oradea es una ciudad bastante grande, industrial por lo que vemos, con muchos coches, casi todos iguales: “Dacia” los Renault 12 de nuestra Europa, una ciudad limpia, con tiendas de ropa, de electrodomésticos, con buena pinta. La calle peatonal principal “República” muestra un estupendo aspecto, con unos edificios señoriales, que nos recuerda a ciertos pueblos de Austria. La impresión que nos causó fue positiva, la gente no mostraba tanta pobreza como esperábamos encontrar. Claro que sólo estábamos a unos pocos kilómetros de la frontera con Hungría.
A la salida de Oradea cogemos la carretera que conduce a Cluj y el paisaje se va haciendo más ameno, aparece algún carro en la carretera, en sus orillas hay puestos callejeros de frutas, de grandes sandías, de telas bordadas, de prendas de lana, la cosa ya se va animando y nuestro entusiasmo creciendo.
A la entrada de la ciudad buscamos la señal de “centrum” y conseguimos llegar fácil, anduvimos por el centro de la ciudad siguiendo Las indicaciones de la guía, visitamos los monumentos que encontramos abiertos, nos sentamos en la terraza de una plaza transitada a tomar un refresco y a empaparnos del entorno observándolo todo. Nos pareció tan agradable el sitio que comimos allí mismo.
Desde Cluj tomamos rumbo al norte, según convinimos con Alina, hacia Baia Mare, era tarde, la carretera ofrecía muchos obstáculos, iba empeorando y teníamos que digerir todo aquello tan extraordinario, por tanto lo mejor era buscar camping donde pasar la noche. En cuanto tropezamos con la primera señal de camping paramos a preguntar, entendimos que la respuesta era sí y no lo pensamos dos veces: ¡nos quedamos!, era como un campamento de vacaciones para niños, pero en plan pobre y cutre ¡perdón por la expresión!. La gente muy agradable, los niños, curiosos, nos atosigaban mirando el coche, nos decían todos los nombres de futbolistas de equipos españoles, hasta que un profe les llamó al orden. Yo pensé regalarles unos bolis que llevaba, pero no me atreví a abrir el maletero porque los críos me tenían totalmente rodeada y dada mi estatura...
Por la noche hubo fiesta y nos hizo gracia verlos bailar “La Macarena”, que aquel verano “arrasaba”
Cenamos lo que nos trajeron: unas salchichas con patatas, pan y cerveza y nos obsequiaron con un licor muy fuerte.
Esta noche fue muy especial, nos regalaron hospitalidad y atenciones a raudales. Los niños nos miraban como bichos raros, debe ser que no hay muchos turistas por allí y españoles menos. Lo cierto es que desde que salimos de Budapest no hemos visto ningún coche con matrícula española.
Aquella noche dormimos en una nube.

SÁBADO, 10 AGOSTO.
Cuando nos despertamos por la mañana buscamos la ducha pero no la encontramos... en su lugar había una pileta de agua, colectiva, que nos permitió dos “chapotones” de agua a la cara. La factura del camping era de 0 leis, en realidad los servicios también eran 0, pero les dimos las gracias como mejor supimos por su hospitalidad. Seguro que este camping lo recordaremos siempre como uno de los “mejores”.
Nos dirigimos a Baia Mare, la adrenalina comenzaba a subir. Visitamos el centro del pueblo, nos comimos unas tortas de perejil buenísimas en un puesto callejero, mientras un niño hacia caquita allí mismo, en mitad de la calle. Le dimos una propina a otro niño que pedía y compramos un refresco de limón. Estábamos en la zona de Maramures, de hecho Baia Mare es el centro urbano mas importante. Es la región más pintoresca, colorida y folklórica que habíamos encontrado hasta el momento.
Las casas no terminan nunca a lo largo de la carretera y la gente va y vuelve a sus quehaceres, sacar agua del pozo, llevar a la vaca, traer a la cabra, recoger hierba, hacer ganchillo y lana para vender como “souvenir”, en fin, de lo más entretenido. Los puestos callejeros ofrecen frutas apetitosas, sandías, uvas, melocotones. Un tren nos obliga a detenernos por que pasa por mitad de un pueblo, sin barreras en el paso, aunque su velocidad tampoco era la del AVE... precisamente.
Las casas están construidas con madera, con una ornamentación original, muy trabajada y colorida que nos llama mucho la atención. Y la madera es la protagonista de una iglesia que anduvimos buscando pueblo arriba, pueblo abajo, hasta que ¡por fin...! La verdad es que mereció la pena ver su interior, la señora que nos atendió no hacía más que señalar la falta de clavos, ni uno sólo según la guía, pero parecía casi imposible.
En fin, estamos “embobaos”, a mí se me pone un nudo en la garganta que no me deja articular palabra. No paro de grabar, me lo traería todo en la cámara de vídeo. ¡Cómo disfrutamos del espectáculo!
Nos dirigimos hacia SAPANTA, que se encuentra muy cerca de la frontera con Ucrania. Aquí hay que visitar un cementerio poco común: “el cementerio alegre” que ofrece una manera simpática de recordar a los que se marcharon. Con lápidas de madera pintadas de vivos colores y descripciones en clave de humor del personaje que allí yacía.
Comimos en Sighetui Marmatiei, según el libro de ruta, carne con patatas, el sitio estaba limpio, era agradable y la tarifa barata.
Seguíamos la ruta según lo previsto, bordeando la frontera ucraniana: ¡lástima no tener visado para entrar!
El piloto que indica el combustible avisaba de vez en cuando, pero desde Borsa no vimos gasolinera alguna. Lo que sí vimos en aquella tarde de sábado, fue mucha gente en los alrededores de las iglesias, con trajes de fiesta. Las mujeres con blusa blanca y falda negra airosa, los hombres con camisa blanca y pantalón oscuro y muchas niñas con traje parecido a los de comunión, aunque no tan vistosos como aquí, a los niños no supe distinguirles bien su vestuario, no guardaban tanta uniformidad.
Nos ha llamado mucho la atención la cantidad de iglesias en construcción que hay en toda la zona; en cada pueblo, por pequeño que sea, están levantando una iglesia. Todas con la misma forma y colorido, con unas vistosas cúpulas, y ortodoxas, claro.
Buscamos el camping de Vatra Dornei, un lujazo porque tenía agua caliente y la ducha se prometía estupenda después de la anterior. Estaba en lo alto de una colina, con casitas de madera, muy pintoresco todo..

DOMINGO, 11 AGOSTO. DÍA DEL GASOIL
Nuestra primera misión era repostar, puesto que andábamos con la reserva. El día que llamamos a Alina, nos advirtió que tuviéramos cuidado con el combustible, porque en televisión habían dicho que habría huelga de transporte. Lo cierto es que nunca pensamos que fuera tan grave la cosa.
En la primera estación de servicio nos dijeron que no había y decidimos seguir por la ruta prevista. En la siguiente nos dijeron lo mismo, pero nuestra necesidad aumentaba, el nivel disminuía, empezamos a tomarnos el asunto en serio y a desanimarnos porque no avanzábamos y se escapaba el tiempo. Nos propusimos no pasar de la tercera sin que nos vendieran algunos litros para poder seguir. Yo puse cara de circunstancia y le eché teatro a la cosa con voz de súplica. Conseguimos 10litros que pagamos caros y que agradecimos con miles de gracias. Pero esta cantidad no era suficiente, aunque nos ayudaría a llegar a la siguiente estación. Tuvimos suerte, porque la siguiente que encontramos nos llenó el depósito sin objetar nada. Parecía que todo volvía a la normalidad y después de este episodio seguimos la ruta prevista. Nos dirigimos al Monasterio de Moldovita, donde nos cobraron una tasa por entrar y otra por la cámara de fotos. Es sencillamente ALUCINANTE. Nos embobó de tal manera que el tema del gasóleo se nos olvidó de repente. De Moldovia nos fuimos a Suceava y visitamos el Monasterio Sucevita, posiblemente nos impactó menos porque acabábamos de ver el otro, pero es impresionante igualmente. El colorido de Las pinturas del exterior dejan boquiabierto a cualquiera, dentro asistimos a un acto “ortodoxo”.
El día se estaba enderezando.
Compramos unas cosillas en una tienda que encontramos a la salida: coca-cola, melón, 2 paquetes de galletas y patatas fritas.
Cerca encontramos un hotel – restaurante y decidimos parar a comer, sólo había: -sopa, -cerdo con patatas fritas, -pepinos en vinagreta y cerveza, olvidaba reseñar que estaba todo acompañado con “poca limpieza”, por llamarlo de una manera suave.
A la salida de aquel “antro” nos encontramos a una anciana y una niña pidiendo y decidimos regalarles la compra. No mediamos palabra, pero no hizo falta, nos quedamos mal. Hacía unos momentos nos quejábamos de la comida y ahora nos sabíamos unos privilegiados. ¡Qué desgracia no poder comer!
Seguimos dirección sur, en Tirgu Neamt visitamos su castillo, que según la guía era un monumento importante, nos costó subir porque tenía unas empinadas cuestas, pero mereció la pena porque ofrecía unas bonitas vistas del valle. Gastamos la friolera de 100 leis (4pts) en mirar por un catalejo del siglo pasado o del anterior, muy divertido.
Descendimos hacia el valle hasta llegar al Monasterio de Neamt, no muy lejos del pueblo. No pagamos nada por entrar, pero comparado con los que vimos por la mañana este no ofrece casi nada. Es de muy reciente construcción, está muy cuidado y con muchas flores, fue en el único que vimos monjas. Muchas monjas vestidas de un negro radiante. ¡Ha surgido otra vez la vocación con fuerza!, ¿o será el hambre...?
Fuera del recinto había varios puestos de venta, me he regalado un jarrón marrón de cerámica que parece madera, que me recordará mientras exista “el lugar de las monjas negras”.
Ya era tarde, no avanzamos mucho más, buscamos camping a la entrada de Piatra Neamt. En cuanto paramos y bajé a preguntar, ¡SORPRESA! no encuentro mi pasaporte. Miramos varias veces por todo el coche, volví a revisar el bolso: ¡NO ESTÁ!
Nos pusimos un poco nerviosos. La gente del camping se portó de lo más... fueron muy amables, intentaron llamar al camping de Vatra Dornei, pero no hubo suerte. En honor a la verdad tengo que decir que aquella noche no dormimos ni mucho, ni bien, porque no sabíamos si estaría en el camping, o con tanto sube y baja del coche se me habría caído en alguna parte. Yo me veía ya en la embajada haciendo diligencias para volver.


LUNES, 12 AGOSTO. DÍA DEL PASAPORTE, CASI MARTES Y 13.
La única misión que nos encomendamos para este día era encontrar el pasaporte. Madrugamos bastante, volveríamos por otra ruta que según el mapa era más corta, sólo 150kms separaban Piatra Neamt de Vatra Dornei. El camino era interminable, una carretera de cabras que impedía ir a más de 50-60kms/hora. Conforme nos acercábamos al pueblo nos subía la adrenalina, pero la suerte nos sonrió y ¡GUAY! allí estaba mi amado pasaporte. El camino de vuelta era el mismo, así que, muy aburrido porque se hacía eterno y en los 300kms extras gastamos el gasoil que tanto nos costó encontrar.
De pronto aparecieron Las Gargantas del Bicaz. La carretera se empotró entre las piedras y se hizo casi un túnel natural de rocas rojizas encima de nosotros. En medio de la nada apareció un mercadillo pleno de vendedores y compradores. Los artículos que ofrecían los garantizaban como hechos a mano y no dudamos de su palabra, puesto que no podía ser de otra manera.
Compramos algunas cosillas que nos llamaron la atención:
Lápices de madera grandes, 1 gorra y dos bolsos de piel, 1 bandeja madera decorada, 1águila de resina y 1flauta de madera.
Pasamos un rato de lo más entretenido, nos habíamos gastado un “pastón”, la friolera de 69000 leis. (Unas 2800 pts.)
Seguimos la ruta, el depósito de gasoil se resentía y la próxima misión era buscarlo. En Gheorghieni encontramos, por fin, una gasolinera, pero sin combustible. Tratamos de llorar un poquito para que nos vendiesen algo pero no fue muy productivo. El expendedor nos indicó a un señor que le acompañaba, yo no entendí nada; pero Satur y él intercambiaron algunas palabras en inglés, y de repente me encontré persiguiendo a un “Dacia” amarillo, con Satur dentro, por unos caminos que nos condujeron a un almacén lleno de aperos de labranza. Este señor sacó una vasija de 10 litros de gasóleo, un embudo y se los pusieron al coche. Nos pidió 12000 y le pagamos 13000 leis, ¡viva la solidaridad, y muchas gracias!
Las arcas monetarias estaban ya escasas y lo próximo que había que hacer era rellenarlas. Unos kilómetros más adelante paramos en Miercurea Cluc, encontramos en el “centrum” un banco, entro y enseño la tarjeta Visa junto a mi pasaporte, la funcionaria me pone “cara de no querer” y me suelta un discurso del que no entendí nada . Al fin decido sacar un billete de 100$ y su semblante cambia, me dio a cambio 312000 leis.
La gente de la calle es muy amable, preguntamos, con el mapa en la mano, la salida de aquel pueblo en dirección a Brasov y si no nos decidimos a marchar nos dan las uvas, porque cada persona que pasaba por el sitio se paraba y aportaba su explicación. ¡MUCHAS GRACIAS!
Poco después de la salida del pueblo volvemos a encontrar una gasolinera, parada, ruegos y por fin se apiadan de nosotros y nos llenan el depósito.
Nuestro propósito era llegar a Brasov aquella tarde, Satur me viene diciendo que le apetecería comer algo cocinado por nosotros pero no sabe qué podría ser... Lo que de verdad le apetece, concluye, son unos huevos fritos. Justo cuando hablábamos de ello pasamos por una aldea donde se ve una especie de tienda, paramos, cojo el monedero y me dirijo a ella, efectivamente es un “hipermercado” del este europeo. No había en él más de 18 –20 artículos, entre ellos: un cubo de zinc, dos latas de atún, un trozo de manteca de cerdo, media docena de vasos, y alguna cosa más, pero no veo huevos. La señora que lo atiende me deja mirar y se muestra solícita, contesto interrogante. Trato de explicarle a la atenta señora lo que quiero, por señas naturalmente (le hago la gallina), y con una amplia sonrisa me indica que espere, llama a un niño que juega en la calle y le dice algo, el niño cruza corriendo la calle y entra en una casa. Minutos después vuelve corriendo otra vez, habla con la señora y me señala extendiendo los dedos de la mano = 5, yo le había señalado antes 6. Le hago un gesto de aprobación y el niño vuelve a marcharse, luego viene acompañado de la vecina y de los 5 huevos, ¡DA!, me escribe en un papel la cifra de 1000 leis. Yo sé que aquellos son los huevos más caros que ha vendido en su vida, pero no me importa porque puedo pagarlos, ¡los caprichos son caros!
Vuelvo en busca de Satur, que me espera un poco más adelante, está acompañado de un señor mayor que observa embobado el coche, le da palmadas en el hombro de cordialidad y cuando me acerco me tiende su mano, yo le devuelvo el saludo tendiéndole la mía y me sorprende con el “besamanos” que ya creíamos en desuso.
Fue un bonito episodio, tierno, de gente auténtica.
Seguimos camino de Brasov. Nuestra intención era visitar la estación de esquí Poianha, que según nuestra información era muy “atómica”, ni siquiera entramos en la ciudad, seguimos los indicadores que nos conducían a ella. Evidentemente no había nieve y tampoco había ambiente, de los 4 hoteles, 2 estaban cerrados, el restaurante estaba custodiado por una señora con gesto desagradable que dijo alguna estupidez, lo dedujimos por su semblante, y nos sentimos invitados a marchar en busca de mejor alojamiento. Tuvimos que llegar hasta Risnov, a 15km donde había un camping.
Dispusimos todo para freír los huevos, después de derramar el aceite y buscar refugio que no apagara el fuego, lo logramos y por fin Satur pudo culminar su “capricho”.

MARTES, 13 AGOSTO.
Nos levantamos pronto, nos vamos al aseo porque suponíamos que habría cola para la ducha, ya que sólo había una, pero sorprende que no sea así. Yo me cojo mi toalla, mi bolsa de aseo y me dispongo a tomar una duchita, no tengo competencia pero me siento observada por Las rumanas que se concentran en los descuidados aseos. Descubro pronto el motivo, no era mi desnudez, es que ¡NO HAY AGUA CALIENTE!, y la que sale está como el mismísimo hielo. No era nada agradable pero yo me tenía que duchar.
A Satur le pasó lo mismo, luego nos reímos de nuestra suerte.
La tarifa del camping resulta un poco cara por sus servicios, pero es así.
Volvemos a Brasov, el centro de la ciudad resulta estar muy recogidito: la plaza de la iglesia negra, una larga calle peatonal donde está el comercio, oficinas, todo muy limpio y muy agradable. Desde una oficina de telefónica llamamos al personal y también a Alina, nos dijo que tenía todo dispuesto y nos esperaban hacía días. Decidimos aligerar la marcha para llegar pronto a Bucarest. Antes de abandonar la ciudad, en las afueras, nos hemos topado con un Macdonald´s, un lujo de aseos y limpieza en esta zona, decidimos parar a comer, la tarifa es cara y nos parece que no esté al alcance de todo el mundo, pero hace poco que lo han abierto y hay bastante gente.
En el camino, al pasar por Sinaia paramos a visitar el castillo de Péles, pero no fue posible porque lunes y martes está cerrado por descanso. Lo que pudimos ver del exterior nos pareció muy bonito, accedimos a los jardines tras “donar” una propina al guardia.
Luego supimos que en aquel castillo, que Chauchescu se adjudicó como residencia de vacaciones con fuertes medidas de seguridad, trabajó el General Alexandro Ionescu (padre de Alina) como Jefe de la Guardia Real antes de la Guerra, en Rumania reinaba entonces “Carlos I”.
Alina pretendía salir hasta las inmediaciones del aeropuerto para esperarnos porque temía que nos perdiéramos en la ciudad... Contábamos con un mapa de Bucarest que nos remitieron de su embajada y el desafío no era mayor que en cualquier otra ciudad europea de las que ya hemos visitado. Lo que teníamos claro es que debíamos de llegar a media tarde para que nos sobrara luz del día y, porque en caso de tener que preguntar a la gente, nos proporciona más tranquilidad.
Había transito, como en todas las ciudades grandes, pero nos situamos pronto en una gran avenida. La cosa se complicó un poco ya en la zona próxima a su casa, donde tuve que bajar a preguntar en varias ocasiones, mapa en mano; luego aparcamos el coche y buscamos a pie, estábamos justo frente a su casa. Sentimos una gran alegría cuando descubrimos que nos encontrábamos en la Avenida 13 de Septembrie, nº 101, Bloque 97, apt. 5.
El recibimiento fue grandioso, el General Ionescu se había vestido con el traje de gala para la ocasión, nos impresionó verlo, mamá Gabriela nos estaba esperando abajo en la calle, se mostró tan cariñosa que parecía conocernos desde siempre. Nos dispensaron una cordialidad y mostraron tal entusiasmo que nos sorprendió gratamente. Se molestaron en prepararlo todo minuciosamente, buscaron el patio de la casa de un vecino para guardar el coche, nos hospedaron en su casa, nos prepararon los mejores manjares, comidas típicas muy laboriosas y muy caras para su frágil economía...
¡EMOCIÓN!, creo que este es el término justo que encuadra lo que sentimos Satur y yo con su hospitalidad, su generosidad y el cariño que la Familia IONESCU nos regaló. En fin, no se si podremos pagar sus atenciones y su bondad para con nosotros; lo intentaremos devolviendo la hospitalidad, en la medida que nos sea posible, a Alina cuando tenga la oportunidad de volver a España.
Aquella noche nos enteramos de la tragedia del camping de Biescas ya que ellos ven el canal internacional de TVE.

MIÉRCOLES, 14 AGOSTO. BUCAREST.




Alina tenía previsto el recorrido de su ciudad, se colgó su antigua tarjeta de “guía oficial” y nos mostró lo que consideró oportuno. El museo de la Aldea, el grandioso Parque de la Libertad, con viaje en barco por el lago incluido, el monumento a los caídos, el Patriarcado, donde el patriarca de Rumania celebra la Pascua, el Palacio de los Metropolitas, la antigua iglesia ortodoxa Stavropoleos, un pequeño museo de arte costumbrista, la avenida Victoria,... Ignoro si actualmente se llamará todo igual.
Posiblemente sin ella nosotros hubiéramos visitado algunos de estos monumentos, pero también nos hubiéramos perdido por otras zonas de la ciudad. Alina ejerció de “guía oficial” durante muchos veranos, habla muchos idiomas, y ahora lo hacía para nosotros, por tanto, no había que preocuparse del nº del bus ni de llevar mapa para situarse...
Comimos en casa lo que nos preparó su madre, hacía mucho calor.
Por la tarde anduvimos sin parar otra vez durante horas, yo no podía caminar más, se me había roto una zapatilla, pero Alina insistía en que un taxi era demasiado caro (400pts era demasiado para su frágil economía, aunque ella es profesora de Física Cuántica en la Universidad de Bucarest). Por fin Satur insiste y después de comprar unas pizzas para la cena, tomamos uno para volver.
Charlamos, reímos con ellos, nos acostamos muy tarde.
Aquella noche decidimos que nos marcharíamos al día siguiente, porque no queríamos incordiar más.
Deseábamos obsequiarles con algo pero no sabíamos qué les podía hacer falta. Les habíamos llevado desde España ropa de abrigo, aceite y unas botellas de vino. Compramos las pizzas para la cena porque dijeron que les gustaba la comida italiana, luego pensamos dejarles la comida enlatada que llevábamos en el coche y algunos dólares para la compra de su próximo billete de avión a España.

JUEVES, 15 AGOSTO.
En el desayuno les confirmamos que nos marcharíamos después de comer.
Salimos para despedirnos de la ciudad, visitamos un pequeño museo de pintura muy bonito y luego fuimos en busca de las maravillosas cremas Gerovital de la Doctora Aslam, compré 28 tarros, y anduvimos otro montón por el centro de Bucarest.
Volvimos a la hora de comer, nos agasajaron con un rico SARMALE comida típica de Navidad, que resultó estupenda.
El General Ionescu quería ver nuestro “coche casa” y convinimos llevarlo a la parte trasera de la casa para que pudiese verlo desde el balcón.
Se vistió con su uniforme de general para que le hiciésemos una foto y lo filmáramos con la cámara de video, luego salió al balcón a despedirnos... La escena posterior fue tristísima, cuando volvimos a la casa con las cajas de comida que les dejamos, lo vimos caído en el suelo, tropezó cuando quiso volver al salón. Qué triste debe ser su vida sin poder salir de aquella casa para nada (el General tenia una pierna amputada)
Después de cariñosos abrazos y miles de ¡GRACIAS! nos vamos. Apenas dijimos nada en el camino hacia la frontera, pero estoy segura de que los dos pensábamos y sentíamos lo mismo, la tristeza que nos causaba ver a estas personas tan cultas, tan modernas a pesar de sus años, tan dinámicas, metidas en este pequeño “agujero” sin apenas aspiración posible. Deseamos que cambie este país por todos ellos.
No sabemos a qué hora exacta llegamos a la cola, había muchos vehículos para pasar la frontera.
Aquello era un poema, pero trágico. Los guardias tenían cara de niño y andaban con un arma a la espalda. Nos daba la impresión de poca seriedad y nos infundía poca confianza la situación, pues los chicos iban pidiendo cerveza de coche en coche. Recordamos al General, allí debería estar él para poner orden en aquel caos.
Un número indeterminado de gitanas quería vendernos “algo”, algún guardia con gesto de “borrachín” nos pedía cerveza con insistencia, otros posibles funcionarios nos querían cobrar impuestos,...era curioso que todos querían dólares, hasta los funcionarios.
Tuvimos que pagar varias “tasas de salida”:
1ª tasa: paso del puente = 8$
2ª tasa: ecológica = 5$
3ª tasa: decimos que no entendemos y pasamos del funcionario
Después de casi 4 horas por fin parece que nos toca, un soldadito nos indica que sigamos con gesto de rapidez, de repente, cuando ya caminaba el coche, otro señor más mayor, también uniformado, indica que paremos con semblante de pocos amigos, nos pide los pasaportes y nos llena de incertidumbre... Repetía ¿españoles?, ¿españoles? (la verdad es que españoles no había muchos en aquella frontera).
Todavía pasaría un rato, que se nos hizo eterno, hasta que se dignó a atendernos, entonces se le ocurrió revisarnos el interior del coche, Satur bajó y abrió el portón trasero y repetía: “camping, camping”, destapó el baúl donde llevamos los cacharros de cocina, el camping gas,... de repente aquel buen hombre nos devolvió los pasaportes y nos dejó marchar. Por suerte no nos pidió pagar otra tasa que era lo que intuíamos.
Pasamos por el “Puente de la Amistad” cruzando el río Danubio que marca la frontera entre los dos países.
¡Y por fin ya estamos en Bulgaria! Pero como estos no son menos, lo primero que nos piden es pagar una tasa de 2$ por desinfección y nos conducen hasta un charco que más que desinfectar lo que hacía era infectar, porque el agua estaba oscurita.
Era bastante tarde y quedaba poca luz. Nada más pasar el control de la frontera había unos chiringuitos, a modo de bares, con un luminoso cada uno que decía: “Change Privade” Satur bajó del coche para investigar y decidió cambiar algunos dólares a 165 levas.
No teníamos ni idea si era caro o barato pero algún dinero local teníamos que tener. Casi siempre en las oficinas de las fronteras es desfavorable.
Según el mapa estábamos cerca de Roses y muy cerca había un camping, pero la información no era muy precisa. La verdad es que de Bulgaria no teníamos más que un simple folleto que nos remitieron de la embajada y lo que ponía la guía de trotamundos, y no era mucho...
Era ya noche cerrada, de repente nos encontramos seguidos de la policía motorizada que nos indica parar, no entendemos ni “J”, sacamos el mapa y le indicamos el camping que buscábamos, ellos nos indican la dirección que llevamos y nos insisten “motel”, Satur repite “gracias” en inglés y nos dejan marchar. Respiramos aliviados.
Anduvimos unos 30kms más y como no encontramos nada que indicara camping decidimos volver a buscar el motel. Preguntamos en recepción si hay habitación libre, nos dicen que sí y que vale 3500 levas, no nos pareció caro, luego supimos que era carísimo.


VIERNES; 16 AGOSTO.
No madrugamos demasiado, ducha, recogida de equipaje y desayuno. Nos vamos hacia Rusé, aparcamos en el centro y vamos a visitarlo, una bonita plaza y un par de calles antiguas y vistosas, poco mas que destacar. Todo bastante limpio, la primera impresión de Bulgaria fue buena.
Comprobamos el cambio en varias oficinas, lo ofrecen a 193 levas x 1$.
De Rusé nos vamos camino de Veliko Tarnovo, un pueblo colgado en los meandros del río Yantra, con mucho sube y baja que ofrece unas bonitas vistas, las mejores desde la Colina Tsarevets donde está el Palacio-Castillo y el Patriarcado de San Salvador, todo el conjunto amurallado y bonito.
La anécdota positiva del día la protagonizó el guarda del parking donde dejamos la furgona. El señor nos extendió recibo que ponía 20 levas y Satur le dio 100, lo agradeció con una sonrisa y la custodia del coche durante todo el tiempo que estuvo aparcado. Lo vimos a través de la cámara de video desde el castillo y nos conmovió.
La otra anécdota, menos entrañable es que se nos pegaron dos jóvenes moscones que hablaban algo de italiano, primero les seguimos el rollo y luego se pusieron plomos y no nos dejaron en paz hasta que los despedimos con semblante serio y 200 levas.
Desde el mismo aparcamiento tomamos la dirección a Kazanlak, donde comienza el “Valle de las Rosas”. La carretera transcurre entre bonitos paisajes de montaña. Nuestra próxima parada sería la cumbre del Puerto de Chipka, donde se visita el monumento a la Libertad al que se llega a pie. Pero tuvimos mala suerte, apareció una lluvia que arreciaba conforme ascendíamos y además había mucha niebla, lo que impidió que disfrutáramos del paisaje boscoso y las curvas de la carretera. Pasamos por el puerto despacito y con cautela y comenzamos el descenso hasta Chipka pueblo donde queríamos visitar su vistosa iglesia de cúpulas doradas.
El recinto destinado a parking, frente a la iglesia, estaba lleno de coches de policía y coches lujosos del “C.D.” (Cuerpo Diplomático), el panorama no nos gustó y seguimos ruta sin atrevernos siquiera a fotografiar la iglesia.
Como seguía lloviendo pensamos quedarnos en Kazanlak, en el camping-motel Kazanlakska-Roza, que estaba unos 3km antes de llegar a la ciudad. Lo localizamos rápido y bajé a preguntar; la señora que lo atendía me recibió con desgana, me dijo “no camping” y me escribió en un papel el precio de una room = 10000 levas, pensaba que se había equivocado y sobraba un “0”. Pero ni sobraba el “0” ni la señora tenía sonrisa, así que, carretera y a otro sitio. La siguiente señal de camping la vimos a unos cuantos kilómetros de Karlovo, paramos a preguntar y nos dicen: “camping, yes”, nos indican una gran extensión con unas casitas de madera al fondo, damos una vuelta con la furgo para localizar los servicios pero no encontramos nada, dedujimos que el wc era ecológico y que la ducha tendría que ser tipo palangana, pero el personal era agradable y nos quedamos. Cenamos una especie de salchichas sabrosas con patatas en un chiringuito que hacía las veces de recepción, vivienda, tienda y restaurante. Aunque no nos entendimos con las palabras se mostraron solícitos y muy cariñosos.

SÁBADO, 17 AGOSTO
Nos despedimos del camping y nos dirigimos hacia Sofía, en cada cruce paramos para comprobar que nuestra dirección es la correcta porque los carteles están en cirílico; suerte que en la guía viene un alfabeto con la correspondiente equivalencia en el nuestro.
Almorzamos temprano algún manjar de nuestra despensa, poco antes de llegar a la capital, para aprovechar el tiempo. Hay poco tráfico, lo que nos facilita llegar al cetro con presteza. Lo primero que visitamos fue la vistosa Catedral y la Plaza Alejandro Nevski donde hay instalado un mercadillo muy original que ofrece reliquias al puro estilo soviético: ropa militar, cascos, botas, medallas, ropa tradicional y alguna artesanía. Allí compramos unas medallas y unos muñecos de recuerdo. Mientras disfrutábamos observando los curiosos puestos de venta se nos pegó un caradura que se puso pesado, nos ofrecía “cambio” parece que le daba igual la moneda: levas, dólares, marcos, dracmas... lo que quería era cambiar. Costó que nos dejara en paz.
En Sofía los monumentos, edificios y calles de interés están muy concentrados y se visitan rápido, más de lo que pensábamos. Recorrimos las avenidas principales, miramos con curiosidad los escasos artículos que había en los escaparates de los grandes almacenes Troum y en una iglesia ortodoxa, donde se celebraba una boda, estuvimos un rato viendo la curiosa ceremonia. Fueron unas horas intensas y de agradable paseo.
Nos costó un poco salir de Sofía porque había pocos indicadores y los que había estaban en cirílico. Preguntamos varias veces para conseguir la dirección a Risky Monastir, una de las paradas fue en un pequeño kiosco que tenía unas cuantas botellas de bebida nacional a la venta, como nos quedaba suficiente dinero las compramos casi todas. Se notaba la escasez.

A 90kms en dirección a Grecia está el cruce que conduce por una carretera de montaña hasta el magnífico Monasterio de Rila, patrimonio de la humanidad de la UNESCO, se lo merece. Es una joya todo el conjunto, bajo los arcos exteriores, los techos y las paredes de las arcadas están repletos de pinturas religiosas de vivos colores y el interior tiene una rica ornamentación. Todo ello rodeado de árboles en un paraje precioso. Cuando llegamos se celebraba una misa y estaba abarrotado de fieles. Paseamos todo el interior embobaos por tanta bellza.
Acampamos en el camping Bor, situado en la orilla del río Rilska a 1’5km.
Por la noche había buen ambiente y cenamos muy bien y muy barato en la terraza del restaurante. Fue una estupenda velada.

DOMINGO, 18 AGOSTO.
Volvemos al monasterio para darle la última ojeada, nos ha dejado boquiabiertos. Al igual que ayer hay mucha gente por aquí. Compramos una botella de vino y un pequeño icono pintado a mano de recuerdo y desandamos el camino hasta llegar a la carretera que nos lleve a Grecia.
En la última gasolinera llenamos el depósito con el dinero que nos quedaba, suponemos que será mas barata que en Grecia, y acertamos.
Después de hora y media de cola cruzamos la frontera, sin problema ¡claro! porque estamos “en casa”, somos europeos.
A pocos kilómetros de la frontera paramos en una especie de multicentro comercial a cambiar dinero (1ptas = 1’78dracmas) y comer algo.


Notamos pronto que la temperatura ha subido y ha cambiado el paisaje, extensos olivares en un terreno más árido nos acompañan hasta llegar a Thessalonica, una gran ciudad sin mucho atractivo que destacar. Desde “la ciudad alta”, antiguo barrio turco con callejuelas estrechas y casas viejas, divisamos la extensa urbe con el puerto al fondo. Luego descendemos hasta las inmediaciones del mismo y visitamos la Torre Blanca, un torreón adherido a los restos de la muralla que protegía la ciudad. Nos quedamos poco tiempo allí, para nosotros era sólo un sitio de paso.
Decidimos seguir ruta para buscar camping en la costa, elegimos el Helena (hay muchos) porque está en al borde del mar, cerca de Pláka. Estuvimos custodiados por el Monte Olimpos y disfrutamos de un bonito atardecer a la orilla del agua.

LUNES, 19 AGOSTO. “VOLOS Y VISA”
Decidimos seguir la carretera de la costa para dirigirnos a Volos, no sabíamos que la ruta sería tan lenta y complicada y que transcurría por una costa tan escarpada y difícil. Tuvimos que preguntar varias veces porque no había indicadores en los cruces. Tardamos muchísimo en llegar, supimos entonces que debimos ir por la autopista. Volos es una cuidad que se asoma al mar y que abraza una gran bahía. Coincidimos en el puerto con unos viajeros españoles que también iban en furgo.
De Volos nos vamos a la región de Pelion, es una bonita zona con mucha vegetación, cosa rara en Grecia, también nos llamó mucho la atención la construcción de las casas. Visitamos Makrinitsa, un pueblo colgado el la montaña con una panorámica increíble de Volos y la bahía al fondo. Comimos en una plaza preciosa y fresquísima bajo un gran árbol de tronco enorme que la cubría casi por completo. Nos trajeron la carta para elegir la comida, pero no entendíamos nada, ante la cara de interrogación que pusimos, el señor que nos atendía me tomó de la mano y me llevó a la cocina para que viera los platos ya preparados, yo elegí los que me gustaron más y resultó todo un éxito.
Seguimos por el lento camino hasta Zagorá, desde la plaza de la iglesia llamamos a la familia y tomamos un refresco para tomar aliento y seguir hasta donde termina la carretera en Pourio. Luego bordeamos la costa por un camino serpenteante hasta Miliés para terminar otra vez en Volos. Encontramos un cajero con “Visa” y fuimos a sacar dinero, aceptamos las instrucciones en inglés, queríamos sacar 15000dr pero pulsamos 150 y el resultado fue de 150000dr, unas 90000ptas, de las de entonces, + el 4% de comisión. ¡Qué pardillos!
Quedaba poca luz del día, las ciudades grandes no nos gustan especialmente para acampar, así que, nos marchamos para acercarnos a Delphi. No contábamos con la presencia de la lluvia ni con los puertos de montaña que nos aguardaban para hacernos el camino interminable. La conducción se hace difícil y nos cansa poner tanta atención a la carretera. No encontramos señal de camping hasta Delfos, llegamos casi a media noche destrozados.

MARTES, 20 AGOSTO.
Visitamos las ruinas. Entramos a las 8, en cuanto abrieron, lo que nos permitió saborearlas con cierta tranquilidad pues a eso de las 10 comenzaron a llegar autobuses de turistas y el recinto se llenó de gente.
Delfos está ubicado en la ladera de una montaña, hay que poner mucha imaginación para ver allí la ciudad importante que fue, pero claro son ruinas de lo que levantaron del Siglo V al III antes de Cristo. Desde allí hay unas vistas espectaculares del Golfo de Corinto y todo el valle.
Luego visitamos el Santuario de Atenea, tres grandes columnas y un trozo de cornisa que las cubre dan una idea de lo grandioso que era.
Comimos en una terraza pintoresca acompañados de unas bonitas vistas. Pedimos MUSAKA y SUBLSKI, platos típicos que recomienda la guía, de postre nos pedimos el rico yogur.
Nos compramos una cinta de casete de “Syrtaki” para recordar el lugar.
Por la tarde nos vamos camino de Atenas. Acampamos en el camping Athens, el primero que encontramos conforme nos acercábamos a la ciudad. Está a 7km del centro por la carretera de Corinto, con parada de bus en la misma puerta para ir al centro o al Pireo.



MIÉRCOLES, 21 AGOSTO.
Madrugamos para llegar pronto hasta el centro, que creímos mucho más extenso. En el mapa de la ciudad, que nos enviaron desde la oficina de turismo, habíamos señalado un itinerario, que seguimos, según lo que nos parecía más atractivo. Comenzamos en Constandinou, Plaza Omonia, Puerta de Adriano y el Olimpeón, Biblioteca y Universidad, Plaza Sindagma y Palacio con los “euzones” de la guardia (los soldados típicos que lo custodian y que hacen esos pasos tan pausados y elegantes), atravesamos el Jardín Nacional hasta Zappeion, con fabulosas vistas y el Estadio. Comenzamos a ascender hacia la Acrópolis junto con la subida de la temperatura, inevitablemente hay bastantes turistas; pero conforme pasan las horas somos más y el calor aprieta.
La imagen de la Acrópolis es familiar porque la tenemos repetida en muchos libros de texto desde que comenzamos el colegio, asociada a la importancia de la Grecia antigua, era uno de los lugares que mas me atraía visitar. Me aumentaba el ritmo cardiaco cuanto menos quedaba para llegar, estuve todo el tiempo queriendo encontrar algo especial a todo aquel entramado de ruinas y en el interior del museo, pero no fui capaz. Bien sea por el calor sofocante, bien porque el bullicio de la gente no me dejó aislarme o simplemente porque yo lo había idealizado demasiado, la verdad es que no me emocionó tanto como yo esperaba. Aún así, admiramos cosas interesantísimas: la columnata del Partenón es impresionante y en el museo, a pesar del expolio, hay muchas cosas interesantes de ver. Observé con detenimiento las cariátides, fieles réplicas y me compré una figurita que luce en mi salón junto a un pequeño jarrón con dibujos dorados que imitan pinturas de aquella época.
Claro, el que no me emocionara especialmente, no quiere decir que me decepcionó. Es un conjunto extraordinario, saber que hay restos de hace más de 2500años es como para quitarse el sombrero. Por eso la UNESCO lo declaró patrimonio universal.
Visitamos el bullicioso barrio de Plaka y su mercado en los alrededores de la Plaza Monasteraki y paseamos por el barrio de Psiri entre artesanos y comercios antiguos.
Tomamos el metro en Omonia y nos fuimos al Pireo, tal como decía la guía el mayor atractivo de la zona es el ajetreo de salidas y llegadas de barcos de las islas, pero esto había que dejarlo para otra ocasión.
Regresamos, ya de noche, otra vez al centro y nos quedamos hasta muy tarde para ver la iluminación nocturna de la Acrópolis que resultó un poco pobre. Volvimos al camping derrotados porque anduvimos durante todo el día.

JUEVES, 22 AGOSTO.

Pensábamos dedicar 2 días a Atenas pero como el día de ayer lo apuramos tanto decidimos salir con destino a Corinto y seguir ruta.
Paramos en el Canal, resulta una obra espectacular que da un poco de vértigo visto desde el puente, allí estuvimos un rato deseosos que pasara un barco, pero como no había señales de que semejante cosa fuera a ocurrir tuvimos que seguir hacia el sur para llegar a Epidauro y visitar su maravilloso teatro. Es impresionante lo bien conservado que está y fue una gozada comprobar la sutileza de su acústica, un chico tiró una moneda al suelo en el centro y en las gradas mas alejadas se escuchó perfectamente. Por fortuna no había muchos turistas, un grupo de andaluces amenizaron la visita con entonados cantares.


La siguiente parada fue en Nauplia (Nafplio), un pueblo de costa muy bonito; encontramos a unos viajeros catalanes y charlamos con ellos un rato. Luego paseamos por sus callejuelas y nos atrevimos a subir los muchísimos peldaños que hay para llegar a la parte alta de la ciudadela y admirar las impresionantes vistas que ofrece de la Bahía de Nauplia.
Atravesamos el Peloponeso de Este a Oeste para llegar al camping en Olimpia. Nos instalamos en uno nuevo (¿) colgado en el Monte Kronion, las parcelas estaban trazadas en terrazas, estaba muy limpio, tranquilo, con piscina y un atardecer ideal acompañado de una cervecita fría.

VIERNES, 23 AGOSTO.
Estábamos a tiro de piedra de las ruinas, así que, fuimos de los primeros en llegar y admirar el verde césped del estadio que albergó los primeros Juegos Olímpicos. Evidentemente queda poco de lo que fue aquello pero es un lugar mítico muy. Lo que más me gustó fue poder mirar de frente la escultura de “Hermes con el niño Dionisio” que hizo Praxíteles con tanta perfección hace más de 2300 años y que forma parte de lo que se puede ver en el museo que hay frente al recinto arqueológico. Por cierto, la entrada no es gratuita como anuncia mi guía, pero yo no lo sabía y pasamos sin preguntar, supongo que no nos llamaron la atención porque éramos los primeros visitantes del día. ¡Gracias!

Terminada la visita nos vamos dirección Rhion para tomar el ferry, cruzar a Andírrion y dejar atrás la Península del Peloponeso. A pocos kilómetros está Navpaktos, donde se libró la Batalla de Lepanto en la que Cervantes perdió su brazo izquierdo. Es un atractivo pueblo con una gran ciudadela.
Nos vamos hacia Hegumenitsa, queda mucho camino por recorrer por una carretera sinuosa en algunos tramos que ofrece bonitas estampas, unas de montaña y otras junto al mar. No contábamos con este contratiempo y tardamos más de lo previsto, llegamos al puerto pasadas las 7’30 de la tarde. Había muchísimos coches, camiones, autocaravanas, alistadas en varias colas desordenadas, al principio nos desanimó ver aquel mogollón. Tras visitar varias agencias, que nos dijeron no tener billetes para aquel día, pensamos que teníamos que pasar la noche en el puerto, pero tuvimos la suerte de cara y aún pudimos tomar el último ferry que salía para Italia, aunque no quedaba ningún camarote y la travesía sería en “poltrona”.
Nos pusimos a la cola, que no respetaba nadie, se nos colaban los coches por todas partes. Por fin entramos.Cuando conseguimos ubicar el salón de las “poltronas” ya estaba todo ocupado, incluso el suelo estaba alfombrado con mantas en las que se acomodaban hombres y niños para dormir durante la travesía. Eran emigrantes musulmanes (supongo que turcos) que volvían, las mujeres muy tapadas y a la hora del rezo, hombres y muchachos haciendo los gestos habituales. Lo que no me quedó muy claro fue dónde estaba La Meca, porque unos miraban hacia un lado y otros al contrario.
Yo casi no dormí, estuve muy entretenida observando la estampa.

SÁBADO, 24 AGOSTO
El barco atracó a las 10h en el puerto de Brindisi, tardamos una hora en salir y pasar el control policial. Tomamos la autovía dirección Táranto para llegar al otro extremo del tacón que forma la “bota” de Italia, del Mar Adriático al Mar Iónio, de allí a Salerno. La entrada a la ciudad es un verdadero infierno de colas y retenciones, lo que hace que perdamos mucho tiempo. La accidentada costa entre Salerno y Sorrento es espectacular, a cada paso ofrece una visión digna de postal, sólo sobraban los “pícaros” italianos que se comportan como auténticos fieras al volante. El camino se hace muy lento, en algunos tramos ni a 30km/h. Anochece y estamos cansados de la tensión de conducir por esta carretera tan estrecha y con tanto tráfico, no encontramos camping hasta casi llegar a Sorrento. Un día de carretera agotador.

DIMINGO, 25AGOSTO.
Sorrento. Bajamos hasta el puerto después de observar la ciudad desde un alto mirador, aunque es domingo hay bullicio y poco aparcamiento. Cuando localizamos uno, ya dispuestos a meter el coche llegó un “listo” y ocupó la plaza en una maniobra que pasó rozando la furgona, Satur se cabreó tanto que no quiso ni parar. Nos fuimos rápidamente de allí hacia Pompella. Los restos de ciudad, con el Vesubio al fondo, ofrecen una magnífica estampa. La visita del recinto nos ocupó toda la mañana y parte de la tarde sin apenas respiros, a pesar del mucho calor que hacía.
Es estremecedor, y curioso a la vez, ver los restos de los cuerpos que se conservan en recipientes de cristal, sobre todo de los niños. Las casas, las calles, el sistema de conducción del agua, etc, reflejan con claridad cómo vivían en aquella época. Muy ilustrativa la visita, nos gustó mucho.
Después de comer tomamos la autopista con dirección a Roma. En mitad del camino, a la altura de Cassino nos encontramos una gran tormenta con fuertes ráfagas de viento y granizo que nos hizo aminorar la marcha. Por fortuna, pasados unos kilómetros perdió fuerza y la dejamos atrás.
Llegamos a las inmediaciones de Roma y como en todas las ciudades, el tráfico se intensifica pero no vamos al centro, la circundamos por la izquierda en busca del camping “Roma”. Lo encontramos sin dificultad, situado en la Vía Aurelia, a 4km del Vaticano y 7km del centro. Con magnífico servicio de autobús que paraba en la puerta cada 15 minutos. Con mucha sombra y muchos servicios. Nos instalamos y reposamos la cena estudiando la guía de la ciudad para organizarnos la visita del día siguiente.

LUNES, 26 AGOSTO.




Madrugamos para aprovechar el día. Comenzamos la visita el la Plaza Popolo, Fontana de Trevi, Plaza Nova, Plaza España, Plaza Venecia, El Foro, El Coliseo, en fin, un día caluroso en el que anduvimos muchísimo.
Roma es una completa ciudad a pesar de no estar muy limpia, en su contra tengo que decir que es una ciudad bastante cara, al menos por la zona turística por donde nos movimos.
Está plagada de bonitos edificios, rincones y de monumentos, sobre todo iglesias en abundancia que albergan tesoros dignísimos, uno que me impresionó mucho fue el “Moisés” de Miguel Ángel.
El Foro, que observamos primero desde un mirador alto, no me defraudó, aunque como a todas las “ruinas” antiguas hay que añadirle conocimiento y algo de imaginación si quieres ver a los “ciudadanos romanos” ubicados allí con sus túnicas y sus laureles.
El Coliseo es grandioso, me costó recomponer su interior para poder imaginar a los gladiadores luchando acompañados de fieros leones, pero robando imágenes a tantas películas vistas sobre ellos lo lograba.
Volvimos tarde y muy cansados pero contentos de lo provechoso que había sido el día.

MARTES, 27 AGOSTO.
Estábamos alistados para salir cuando se acercaron unos españoles de Bilbao. Nos contaron que les habían robado hacía 2 noches en un área de servicio mientras dormían en su autocaravana. Nos dijeron si podíamos dejarles algo de dinero hasta que consiguieran sacar del banco. Les dejamos 50000 liras.


El autobús nos dejó en las inmediaciones del Vaticano, la Plaza de San Pedro es sobrecogedora (otra obra del genial Miguel Ángel), hay que alejarse mucho para captar una imagen de su grandeza en una foto y aún así no se capta. Para sentirla hay que estar allí. Y si el exterior es así, hay que entran al templo vacío para que se te escape un suspiro al ver la grandiosidad que se aprecia entre aquellos muros vestidos de obras de arte, aquí, “La Piedad”, también de Miguel Ángel, es la estrella que brilla con luz propia. Me ha encantado.
Visitamos Sacristía y Tesoros. Luego el museo donde está la Capilla Sixtina. No trataron como a borregos, pasamos por la sala sin dejar de andar y mirar al techo, empujados por un batallón de vigilantes que no nos dejaron un momento de respiro para apreciar aquella maravilla. Lo que tenemos retenido lo grabamos con la cámara de video y lo hemos visto en la tele desde el sofá.
Terminada la visita volvemos al camping a comer y descansar para tomar aliento y volver al centro por la tarde.
Paseamos por la Vía Vittorino Veneto, por aquello de ver el glamour de Roma, muchas tiendas, algunas de las marcas caras y diseños exclusivos.
Vimos iluminada la Plaza de España, con mucho ambiente en sus escalinatas, la Fontana de Trevi, el Foro y el Coliseo tenían una tenue iluminación que los hacía fantasmagóricos, reconozco que aquí esperaba que me sorprendiera más el conjunto, aún así, sensacional la visita nocturna
Volvimos casi a media noche, los chicos españoles nos estaban esperando para devolvernos el dinero, muy agradecidos. Aún alargamos la velada charlando un buen rato con ellos.

MIÉRCOLES, 28 AGOSTO.
Una vez cumplimentada la corta pero intensa visita de Roma, tomamos conciencia que esta aventura se acaba y toca volver a casa. Es tanto lo visto y vivido que tenemos ganas de tranquilidad para digerirlo.
Se ha despertado el día gris y comienza a lloviznar mientras recogemos los bártulos, que andan ya bastante desordenados.

Salimos sin dificultad de la ciudad en dirección a Pisa, pero la lluvia arrecia tanto que el limpiaparabrisas no puede más. A la altura de Civatèvicchia tenemos que salir de la carretera y pararnos un buen rato hasta que aminora la lluvia. Afortunadamente hay autovía en buen estado casi hasta Pisa y ha dejado de llover, lo que facilita la conducción.
Paramos para admirar la “Piazza del Miracoli” y la famosa Torre Inclinada, la visita la redujimos sólo a este conjunto y a saborear un plato de pasta para llevarnos buen sabor de boca de Italia.
Salimos al atardecer, vía autopista, hasta la última área de servicio en territorio italiano donde paramos a dormir.

JUEVES, 29 AGOSTO.
Desayuno y carretera y manta. Pasamos por Mónaco despacito pero no tuvimos ganas de parar a visitarlo, sólo teníamos ganas de llegar a casa. Nos prometimos visitar en otra ocasión con detenimiento toda la costa sur de Francia.
Llegamos hasta La Junquera, cenamos y dormimos en el camping “Molí de Vent”.

VIERNES, 30 AGOSTO.
Desde La Junquera haciendo camino hasta Benidorm, donde llegamos por la tarde.

Hemos recorrido 10487km, hemos pasado por: 9 Países (España, Francia, Suiza, Austria, Hungría, Rumania, Bulgaria, Grecia e Italia), hemos gastado los ahorros que destinamos para viajar y algunos mas, y hemos disfrutado recorriendo estos lugares y conociéndolos un poquito más. Excepto en la frontera rumano-búlgara, donde la situación fue un poco especial, no hemos sentido en ningún momento temor o miedo, muy al contrario, la gente ha sido amable y hospitalaria, especialmente en los pueblos pequeños.
La experiencia ha sido muy enriquecedora. Muchas gracias a todos, especialmente a la Familia Ionescu que nos acogió en su casa.
Satur y Lola.