AZORES

AZORES: ISLA DE SAN MIGUEL. (25 al 31 DICIEMBRE 2010)

25-DIC: LISBOA
Encontramos un vuelo directo de Valencia a Lisboa para el día 25 de diciembre, desde allí siempre hay vuelos a las islas portuguesas. El que llega a Ponta Delgada, capital de San Miguel, sale cada día a las 8:00h, por tanto haríamos noche en la capital.
Salimos, como estaba previsto, el día 25 de diciembre por la mañana de Valencia en un avión que parece de juguete. Sólo 7 pasajeros y 2 pilotos en un aparato diminuto para 16 pasajeros máximo, un asiento a cada lado y un estrecho pasillo en medio. En poco más de 2 horas aterrizamos en Lisboa. Cuando descendimos del avión llovía bastante. Justo frente a la puerta principal tomamos el bus urbano para llegar al centro de la ciudad (1’40€ el billete). Bajamos en la parada de la Plaza Rossio tras las recomendaciones de una amable lisboeta a la que había preguntado.
El “Hotel Duas Naçöes” (48’60€ hab. doble + desayuno) está en la Rua Augusta, donde se encuentra el famoso Arco que desemboca en la Plaça do Comercio (Baixa), aunque la entrada al hotel es por Rua Vitoria. La verdad es que la situación es inmejorable, pero el hotel está desmejorado, un poco rancio, como todo el entorno.
Es día de Navidad, muy festivo en Portugal y está todo cerrado. Le decimos a la recepcionista que queríamos encontrar un lugar para ir a cenar escuchando fado y, muy solícita, comenzó a llamar por teléfono a los sitios hasta encontrar uno que abría aquella noche. Finalmente sería el Restaurante “Café Luso”, el más caro en su género: 45€ por persona. Aceptamos y nos reserva para las 20’00h. No para de llover y hace bastante frío pero no queremos perder el tiempo y, paraguas en mano, salimos para pasear una Lisboa desierta. En la Plaça do Comercio corre un aire gélido que corta la respiración y la niebla impide siquiera ver el “Puente 25 de Abril” sobre el Tajo, así que, volvemos al refugio de las calles. Al final de Vitoria está la estación de metro que, con varios tramos de escaleras mecánicas, comunica el Barrio Bajo y Chiado con el Barrio Alto. Una vez arriba, perdidos por las callejuelas, encontramos abierto un café de lo mas “IN” en la Rua das Flores, decidimos hacer un alto en el camino para tomar un café con leche calentito que ayudara a templar el cuerpo (4€ cada uno). Seguimos paseando, ya sin lluvia, hasta encontrar la Travéesa Queimada donde se encuentra el Café Luso. De allí volvemos al hotel paseando y disfrutando de la iluminación navideña que da a las calles un toque cálido en una tarde muy fría.
  Después de recorrer Rossio, Restauradores y cobijarnos durante un rato en la Estación de tren de Rossio ascendemos otra vez andando hasta el Barrio Alto por la Rua do Carmo, Rua Garret y Pedro de Alcántara, con bonitos miradores sobre la parte Baja de la ciudad. Sin darnos cuenta llegamos a la calle del “Café Luso” y, aunque es aun pronto, decidimos entrar. Somos los primeros clientes y nos dan el mejor sitio para escuchar, ya casi terminada la cena, a los 4 cantores de Fado: 2 mujeres y 2 hombres. El menú de la cena ofrece platos de la “nueva cocina” con nombres rimbombantes, muy adornados pero bastante escasos. Total: 98€. El Fado no defraudó, sobre todo una de las mujeres y un chico joven, de apellido Rodrigues, que cantó al final. La actuación acabó pasadas las 10h.
26-DIC: ISLA SÂO MIGUEL
Nos pide un taxi el recepcionista a las 6’00h que nos recoge en la puerta. El trayecto al aeropuerto es de 8kms y el precio de 11’80€, muy bien. Desayunamos mientras esperamos la hora de embarque porque, como hemos salido tan pronto, no tuvimos el desayuno del hotel. El vuelo a Punta Delgada es de 2 horas, también aquí llueve cuando aterrizamos, pero la temperatura es más suave y muy húmeda. Vamos directos a recoger el coche que tenemos reservado en “Illha Verde Rent-a Card”. Es un Nissan Micra (147’60€ de 10:00h del 26 a 10:00h del 31 de diciembre)
Nos dirigimos a Punta Delgada, la capital, que está a sólo 3kms, con la intención de buscar un supermercado donde comprar alguna comida, al menos lo básico porque hoy es domingo y tememos que todo esté cerrado. La ciudad no parece muy grande a juzgar por el plano que nos han facilitado en la agencia de coches. Por fortuna encontramos un supermercado abierto en una calle principal y además deja de llover. Compramos algunas cosillas y, ya más tranquilos, nos vamos en busca de la casa rural que está en el otro extremo de la isla, en Nordeste.
El camino comienza muy bien porque los primeros kilómetros, hasta Ribeira Grande, transcurren por autovía, pero después la ruta cambia y terminamos por una estrecha carretera con muchas curvas, muy lenta de circular.
Habíamos quedado a las 12h y llegamos a las 12’30h. Emanuel, así se llama el señor, ya no estaba pero nos había dejado la llave puesta en la puerta para que nos acomodáramos. “Casa da Madrinha” (175€/ 5noches), la casita está bien, con estructura y decoración antiguas y muy húmeda, como el ambiente en toda la isla en esta época del año.
Antes de terminar de colocar la compra y las maletas llegó el señor; muy amable nos explicó las principales rutas y lo que no debíamos perdernos. Una sopa calentita y una siesta reparadora ayudan a temperarnos. El tiempo es tan cambiante que esta tarde luce el sol y nos anima a marchar de paseo para conocer la población. Nordeste es una pequeña villa que se recorre en un rato: iglesia, bar, restaurante y tiendecita en el centro y un hotel, en la Rua Dos Clérigos, un poco apartado. Con el coche llegamos, dirección sur, cerca del Farol da Punta do Arnel con una cuesta infernal y unas bonitas vistas a no más de 1km de Nordeste. Hacia el norte, descendiendo hasta la costa hay una zona de camping y recreo con una piscina natural.
Regresamos a las 6, ya de noche, preparamos la ruta del día siguiente. Tras la cena un rato de lectura antes de dormir.
27- DIC: FURNAS
Salimos a las 9 acompañados por un sol espléndido con dirección sur. Paramos, primero, en el Mirador Sossego, que se asoma al mar, con bonitas vistas. Un poco más adelante está el Mirador da Madrugada, es un espacio verde, muy cuidado, encaramado en un saliente con vistas espectaculares de los acantilados. Poco a poco descendemos entre abundante vegetación hasta la costa de Faial da Terra, luego Pavoaçäo, población algo mas grande en la que poco seduce su playa pedregosa. Aquí comienza a empinarse el camino bordeando los acantilados. Un sube y baja de 9km nos lleva a las Fumarolas de Furnas, una zona espectacular de chimeneas humeantes que salen de la Tierra donde hierve el agua sulfurosa. Atravesando el pueblo llegamos, por fin, al Lago das Furnas y junto a él las Caldeiras donde los lugareños cuecen el “Cocido” enterrado en las oquedades del suelo, muy curioso. Nosotros no podemos dejar pasar la ocasión y comemos el sabroso cocido en el “Restaurante Tony’s”, típico en Furnas. (Menú: -2 de cocido, -2 cervezas grandes, piña natural y un café = 26’40€)
Cuando salimos de comer el tiempo ha cambiado y llueve bastante. Nos vamos hacia el mirador del Salto de Caballo, por la R2-1, desde donde se ve la costa sur y los valles de Furnas y Povoaçäo vistosos a pesar de la lluvia. La carretera, tomando el cruce de la derecha, atraviesa la isla de sur a norte hasta Salga. Recorremos la accidentada costa de Fenais de Ayuda y Loma de San Pedro, con unas vistas maravillosas de sus acantilados y nos desviamos hacia el Salto de Farinha para llegar a un paraje solitario plagado de hortensias mustias por el invierno y contemplar al fondo una fina caída de agua que desemboca en un riachuelo. La tarde la terminamos en Achada, en el Parque de los Molinos: “Ribeira dos Caldeirôes”, donde han montado un belén junto a una cascada digno de la mejor postal navideña.
Un día completo y bonito de recordar.

28-DIC: SETE CIDADES
Hay 80km desde Nordeste a Ponta Delgada pero la carretera es tan lenta que se tarda más de una hora y media en recorrerla. Es una sucesión de subidas y bajadas. Por fortuna ha salido el sol y las vistas que ofrece el camino lo hacen agradable a pesar de todo. Pero el tiempo es cambiante y cuando llegamos a la altura del aeropuerto, en Ponta Delgada, ya llueve con ganas.
Comenzamos el ascenso al Lago Sete Cidades desde Relva hacia el Mirador de Carvallo. La niebla se acumula en la cumbre y la visibilidad disminuye conforme subimos. Paramos en el Lago Rosa, una pequeña laguna rodeada de un frondoso y tupido bosque de cedros. Seguimos la ascensión hasta el Mirador del Rey desde donde se divisan el Lago verde y el Lago Azul separados sólo por un puente que comunica las dos orillas en la zona mas estrecha. Bueno lo de los colores hay que imaginarlo porque, la ausencia de sol, sólo muestra la visión plomiza de unos lagos grisáceos bordeados de masa forestal. Aún así la estampa es bonita.
 Se aprecia perfectamente la gran caldera del volcán que los contiene. La lluvia nos impide recorrer los senderos de tierra que hay para divisarlos desde distintos puntos, por tanto descendemos en coche bordeando otro lago, el Santiago, hasta llegar al punto mas bajo. Cruzamos el puente y entramos en la población de Sete Cidades que poco ofrece de particular. Casas blancas de 2 plantas, casi todas iguales, algún hórreo intercalado entre ellas y una iglesia en blanco y negro, como todas las de la Isla. Nos vamos a Várzea, en la costa, visitamos el Faro de Ferraria y, en Ponta do Escalvado, descubrimos un acantilado de lava volcánica negra donde rompen las agitadas aguas del Atlántico. La visión es espectacular por el contraste del blanco de las olas sobre el negro de la lava. Hay un pequeño cráter en la orilla que se dibuja perfectamente, al fondo está el edificio que alberga las termas.
  Seguimos avanzando por la costa parando cada poco en los miradores que hay, las vistas de los acantilados son grandiosas, el camino se hace entretenido y lento hasta llegar a Ribeira Grande donde detenemos la marcha para comprar algunas cosillas en un supermercado. Sobre todo recordaremos los chuletones de ternera, buena y barata que serán el plato fuerte de la cena de esta noche. Vuelta a casa ya de noche.
29 –DIC: LAGO DO FOGO Y PONTA DELGADA
Volvemos al camino de siempre hasta Ribeira Grande. Subimos a Caldeiras, una pequeña población con fumarolas y balnearios, bastante desierta. No es tan espectacular como en Furnas pero tiene su encanto, lo que destaca es la vegetación que rodea el paraje. Hay que desandar el camino hasta la carretera principal para ascender al lago. La primera parada, obligada, está cerca “Caldeira Velha” a la que se llega andando unos 500m por un camino boscoso, húmedo, verde y tupido.
La caldera no podemos verla, la han tapado para protegerla de los desprendimientos que han provocado las lluvias. Pero un poco mas arriba hay una poza de agua tibia que alimenta un río de cauce anaranjado y que ofrece una estampa curiosa. El paraje es muy bello. Hacía sol pero, conforme ascendemos, la niebla que cubre la cumbre desciende rápidamente, por fortuna podemos ver el lago desde el mirador de Vela Vista antes de que nos invada. A partir de aquí ya es imposible ver nada. Ahora sabemos que esto es lo habitual, el Pico de Pau pocas veces se deja ver. Comienza el descenso hacia la costa sur y dejamos la niebla atrás para observar la vista que ofrece Lagoa y Ponta Delgada a donde nos dirigimos para conocer con más calma la capital. Recorremos las principales calles y el puerto que se muestra casi vacío. Visitamos la Iglesia de San Sebastian, patrón de la ciudad, las Portas da Cidade, por las calles aledañas, decoradas con adornos navideños, llegamos hasta Campo san Francisco, una plaza rodeada de árboles desnudos que custodian unos importantes edificios: el Convento de la Esperanza, la Iglesia de San José y la Fortaleza de San Blas. De vuelta hacia el coche comemos en un pequeño restaurante de la Rua dos Mercadores un bacalao delicioso y a buen precio (8€ el menú: sopa de verduras, bacalao, postre y cerveza).
  El sol ha despertado y hace casi calor. Seguimos la ruta de la costa hasta Villa Franca do Campo parando en algunos miradores para observar la costa. Para volver a Nordeste por la R 1-1 hay que bordear el Lago Furnas.
30- DIC: TRONQUEIRA
Desde el centro de Nordeste sale una carretera secundaria que asciende hacia una zona boscosa muy tupida, es una reserva forestal de gran valor “Área Protegida da Tronqueira”. Conforme se asciende el camino se estrecha, en ocasiones desaparece la capa de asfalto, hay que ir muy despacito pero eso ayuda a saborearlo. Hicimos el recorrido que llega hasta el Pico do Bartolomeu (870m de altura), el último tramo es vertiginoso pero está asfaltado y las ruedas se agarran bien. Arriba hay una gran antena de comunicaciones y un mirador de 360º que es una pasada. La tarde la dedicamos a pasear por las praderas que se asoman al mar aprovechando el sol.
31-DIC: LA VUELTA
No sospechábamos que sería tan movidita la vuelta a casa. Ya en el aeropuerto de Ponta Delgada nos avisan que la compañía había suspendido el vuelo Lisboa- Valencia y nos pusimos un poco nerviosos, por fortuna TAP nos arregló todo y, aunque estuvimos todo el día de viaje, llegamos a tiempo para recibir el Año Nuevo con la familia. FIN.

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